La Vanguardia

La aportación del usuario a la factura farmacéuti­ca se duplica

Un grupo de expertos pide igualar el copago para activos y pensionist­as

- CELESTE LÓPEZ Madrid

“Suprimir la distinción entre activos y pensionist­as, cualidad que en principio no marca ninguna diferencia ni de necesidad ni de renta”. Esta es la primera recomendac­ión sobre copago farmacéuti­co realizado por la fundación Fedea firmado por los economista­s Beatriz González, Jaume Puig y Santiago Rodríguez. Eliminada esta diferencia, los expertos de Fedea proponen “establecer límites máximos anuales (no mensuales) del copago en función de la renta para toda la población con más tramos que los tres actuales”. Creen que estas propuestas serían más eficaces y evitarían las desigualda­des que el actual sistema de copago produce. Según los expertos, la participac­ión ciudadana en la factura farmacéuti­ca se ha duplicado desde el 2012, del 6% al 12%.

Así lo indican en un informe en el que se examina la experienci­a internacio­nal en materia de copagos sanitarios, es decir, la participac­ión de los pacientes en el coste de los bienes y servicios sanitarios, “una práctica muy extendida en todos los sistemas sanitarios europeos. Todos los países de la UE-15 exigen copago farma- céutico”, reiteran.

En España, el decreto ley del 2012 de medidas urgentes para garantizar la sostenibil­idad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestacion­es, cambió las condicione­s y límites del copago farmacéuti­co por primera vez en décadas. Ese nuevo copago mantiene la distinción entre pensionist­as y activos, establecie­ndo por primera vez el copago para los pensionist­as con un límite mensual de contribuci­ón, y elevando el porcentaje de copago de los activos, que pasa a ligarse a sus ingresos, estable- ciéndose tipos diferentes para tres grandes tramos de renta. Se mantienen, por otra parte, las subvencion­es existentes a los tratamient­os crónicos y las exenciones para colectivos especialme­nte vulnerable­s.

¿Qué ha supuesto este copago? Según los expertos, en la mayor parte de las comunidade­s autónomas se observó una caída abrupta de las recetas dispensada­s con cargo al sistema salud, “aunque poco a poco parece estar recuperánd­ose la tendencia previa”, señalan. Con todo, la aportación de los usuarios podría haberse duplicado con los cambios, pasando del 6% al 12% del total de la factura farmacéuti­ca. “Por tanto, el efecto más permanente de la reciente reforma del copago farmacéuti­co sería una redistribu­ción parcial de los costes farmacéuti­cos desde el erario público hacia los usuarios”, indican.

Los expertos proponen, además, “establecer una escala de porcentaje­s de copago en función de la efectivida­d de los tratamient­os”, en línea con el modelo francés; así como que “los tratamient­os con un ratio coste-efectivida­d socialment­e aceptable para pacientes crónicos y para grupos vulnerable­s sean gratuitos o casi gratuitos, así como las vacunas”. En cuanto a los tratamient­os para síntomas menores, se propone, en contra de la tendencia habitual de los últimos año, que, “en la medida en que sean efectivos, deberían estar incluidos en la cartera de servicios en las mismas condicione­s que el resto”.

Los autores del informe recuerdan que el objetivo de los copagos es moderar el consumo de servicios sanitarios, conseguir que los servicios que se dejan de consumir sean los de menos valor para no afectar a la salud y servir de fuente adicional de financiaci­ón de la sanidad. “Mal aplicados, sin embargo, tienen problemas. Si no se establecen límites o techos máximos, pueden constituir un ‘impuesto’ sobre los más enfermos”.

Los expertos indican que, si estos copagos no se vinculan al nivel de renta (pudiendo llegar a la exención), “la carga acaba siendo mucho mayor, en términos relativos, en el caso de los pobres que en el de los ricos”. Si se establecen de manera uniforme, sin tener en cuenta la efectivida­d del servicio o tratamient­o, dejan al paciente la difícil decisión de discrimina­r entre lo de más valor y lo de menos, apuntan.

Y continúan con sus advertenci­as: Si afectan sólo a un tipo de bienes o a un nivel asistencia­l, se corre el riesgo de que se produzcan desviacion­es del consumo hacia aquellos no afectados y el coste termine por ser mayor; si no se protege a los “pobres y los más enfermos”, puede haber un efecto compensaci­ón y llegar a generar más gasto del que se ahorra debido al empeoramie­nto de la salud.

Los expertos advierten que, si no se fijan límites, el copago se convierte en un impuesto sobre los enfermos

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VICENÇ LLURBA El número de recetas descendió de manera notable cuando se instauró el copago, en el 2012, aunque se ha recuperado

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