La Vanguardia

La hermana del poeta

OLWYN HUGHES (1928-2016) Hermana de Ted Hughes, guardó su obra y la de Sylvia Plath

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Hermanas, hermanas, hermanas… Olwyn Hughes, que ha fallecido a los 87 años y que empalmaba cigarrillo­s uno tras otro, fue una Dorothy Wordsworth del siglo XX, una mujer que defendió a capa y espada el trabajo poético de su hermano Ted Hughes (Yorkshire, 1930Londre­s, 1998)… y también el legado de su cuñada Sylvia Plath (Boston, 1932; suicidada en un Londres gélido en 1963), a la que no obstante no profesó gran simpatía. ¿Por qué no citar también a la hermana de Nietzsche, Elisabeth, autora de la “incalifica­ble biografía” de su hermano y constructo­ra con sus secuaces de “su imagen de profeta, santo, laico, héroe”, a decir de Mazzino Montinari, que colaboró con Giorgio Colli en el soporte de la obra crítica del filósofo, libre de adulteraci­ones? Olwyn guardó 50 años el legado de Sylvia además del trabajo poético de Ted, cuyo archivo custodió.

A Olwyn le sobrevive su hermano mayor, Gerald, que tiene 97 años. Olwyn nació dos años antes que Ted Hughes y se crio como él en los páramos (los míticos moors…) de West Riding, Yorkshire. Fue mentora de Ted y defendió su nombre incluso cuando las feministas borraban periódicam­ente su nombre escrito en piedra sobre la tumba de Sylvia, en las trifulcas de los años de la posiblemen­te calificabl­e industria Plath/Hughes. Olwyn guardó la llama sagrada de ambos toda su vida.

Defendió siempre a su hermano con orgullo, era su confidente; Ted dijo de ella que era la única persona que le ayudaría en las tormentas subsiguien­tes, por ejemplo la vivida con su amante, Assia Wevill, que también se suicidó en 1969.

Lo cierto es que Olwyn, que estudió en el Queen Mary College, de Londres, dejó su apetecible trabajo en la embajada británica en la capital del Sena tras la Segunda Guerra Mundial y su glamurosa vida en Francia, además de su trabajo en una agencia teatral en su querido y vibrante Left Bank londinense, para cuidar en Court Green (Devon) de las tiernas infancias de los hijos de Ted y Sylvia, sus sobrinos Frieda y Nicholas (que también se suicidaría en 1998, por cierto), que sabrían con el tiempo que era su tía.

Fue el verdadero ángel protector de la vida y obra de la pareja de poetas Ted y Sylvia. Olwyn no perdía de vista, con ojo avizor, las biografías que iban saliendo de Sylvia Plath: la clásica The Silent Woman, de Janet Malcolm; la de Elaine Feinstein, a la que apreció como persona, por ejemplo; o la más reciente, en este caso de Ted Hughes, “no autorizada” en principio, a cargo de Jonathan Bate, (William Collins, 2015).

Olwyn tenía un carácter fuerte

Defendió a Ted Hughes incluso cuando las feministas borraban su nombre sobre la tumba de Sylvia

y ásperas palabras, como las que cruzó con Carol Orchard, que sería la segunda esposa de Ted. Olwyn colaboró en definitiva con esta mujer (tras el matrimonio, Carol Hughes), que protege ahora su legado y también hizo las paces con Jonathan Bate, con quien colaboró. Al final, fue Frieda Hughes la que quedó para cuidar de su tía, con demencia e impenitent­e fumadora, que ha fallecido de cáncer.

JOSÉ MARÍA PUIG DE LA BELLACASA

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