La Barcelona del Siglo
Una novela recupera los populares almacenes de La Rambla que desaparecieron tras un incendio en 1932
Una Barcelona en plena transformación, en donde una nueva burguesía enriquecida por la I Guerra Mundial, y con una visión más cosmopolita del mundo, busca hacerse un sitio entre la alta sociedad dominante, decimonónica en fondo y forma. Dentro de ese escenario, otro más pequeño, los míticos Almacenes El Siglo. Y vinculados a ellos, dos mujeres: Consuelo, una costurera, y Clara Morgadas, al frente de la gran superficie.
Estos son los elementos principales de la novela La mujer del Siglo (La Esfera de los Libros) de la que son autoras también dos mujeres, Montse Ganges y Ana Sanz Magallón, que firman la obra con el seudónimo Margarita Melgar. “Los almacenes simbolizaban esa nueva ciudad. Esa nueva Barcelona, pero también una nueva sociedad”, explica Montse. Un centro comercial que estuvo ubicado en el número 111 de La Rambla (donde está el actual hotel Le Meridien), fundado en 1881 y que, en el momento de su desaparición –un incendio acabó con ellos en 1932–, empleaban a más un millar de personas tan sólo de forma directa. Care Santos los recuperó en su novela Habitaciones cerradas (Planeta, 2011). En La mujer del Siglo son el gran eje de la historia.
“Clara Morgadas no es un personaje histórico, aunque llegó a haber una mujer al frente de los almacenes durante una época. Una cuestión que no es menor: se trataba de una gran empresa de la ciudad en donde se vendía lo mismo que en las principales capitales del mundo”, añade Montse.
Un personaje femenino muy fuerte, como también lo es Consuelo, que como otras chicas abandonadas de la Casa de la Caridad, desde niña tiene que acudir a los entierros de la ciudad. La causalidad hace que acabe como costurera en El Siglo, cuando su destino era hacer de criada en una casa de Reus.
Clara y Consuelo, dos mujeres de dos estratos sociales muy diferentes –la responsable de los almacenes pertenece a la burguesía clásica, que consigue mantener el estatus con un buen matrimonio-, que reflejan una ciudad de contrastes y de extremos que se complementan. Como también se complementan Ana y Montse para quienes lo de escribir una historia entre dos no es nuevo: desde hace siete años escriben guiones juntas.
“Hablamos más que escribimos”, explica Ana. Y mientras hablaban, el manuscrito no paraba de viajar desde un ordenador ubicado en Barcelona –donde vive Montse– a otro de Madrid –Ana es de allí–. “Lo bueno de escribir novela es que no tienes que estar pensando en todo momento en el presupuesto de la historia”, prosigue Montse.
El arquitecto Antoni Gaudí tiene un cameo en la obra, en donde también aparece con un papel más relevante Ramón Casas: la pintura juega un papel importante en la trama. El Somorrostro, una auténtica ciudad de barracas dentro de esa nueva Barcelona, sirve para introducir un elemento primordial en la novela: la cultura gitana, tan importante en la historia de la ciudad, y los estereotipos que tienen que padecer los gitanos. ¿Una historia de amor? La hay. Pero, sobre todo, hay un secreto.
Las autoras contraponen a dos mujeres: una costurera y la responsable de la gran superficie