El lanzador de ciencia ficción
Messi se doctora en su sexto gol de falta de la temporada, todos ellos decisivos para desatascar el partido
He visto cosas que vosotros no creeríais”, dice el protagonista de Blade Runner. El Camp Nou se ha convertido en un escenario de un relato de ciencia ficción. Está situado en Les Corts pero podría estarlo más allá de Orión entre naves en llamas. Las porterías del Estadi son las puertas de Tannhäuser. Donde suceden episodios más impensables. Donde Leo Messi clava faltas estratosféricas que desafían las leyes de la gravedad. Donde el equipo lleva casi cinco meses sin perder. La efeméride se cumplirá el jueves cuando precisamente el Barcelona tendrá la oportunidad de batir el récord de otro Leo, Beenhakker.
El Barça de los 34 partidos invicto le saca 12 puntos al Madrid. Doce como los goles a Malta. Doce como los triples del récord de Curry. Doce como las ligas de Gento. Doce es uno más de los Tours que han ganado los ciclistas españoles. Doce como las nominaciones de El Renacido. Doce como las campanadas que tocan para decir que ha llegado la hora de la Liga.
Ese equipo tiene un portero que juega con las manos, con los pies y con el pecho. Como si fueran replicantes, los espectadores vieron dos postes seguidos que hicieron temblar la portería. A punto se quedaron de presenciar un gol olímpico, de córner que botó Messi, una de las pocas delicatessen que le faltan al astro. Contemplaron vueltas y ruletas de Busquets. Taconazos de Arda o Alba. Mil trucos de Neymar. A Iniesta rapado como De la Peña. Gestos de compañerismo como el de Leo al ceder el brazalete al manchego cuando entró. O incluso pudieron observar al central rematar como si fuese el delantero centro. Todo eso y más.
Cuando Stephen Curry se eleva desde más allá de la línea de triple, el público ya se levanta y se lleva las manos a la cabeza. Hay fotos que lo demuestran. Como en otra ocasión, el propio base de los Golden State Warriors celebró la canasta y se giró para volver a su campo porque ya sabía, que el balón entraría.
En el Camp Nou, cuando hay una falta y se prepara Messi para chutar ocurre algo similar. Se invoca a la magia. Pero además de las palmas, rítmicas, como si se tratase de un hechizo de un brujo, la grada se puebla de cámaras que quieren inmortalizar el momento. Todos saben que está a punto de pasar. No son futurólogos ni tienen una bola de cristal. Son precavidos. Están ante la penúltima obra de arte del diez.
Da igual que no esté en su posición ideal, demasiado cercana a la portería para que el balón suba y baje. No importa que la falta sea para un diestro como Neymar, que también amenazaba. Porque Messi es un genio. A veces Leo ha imitado otros grandes goles míticos. Ayer, al crack le dio por copiarse a él mismo. Al enviar el balón a la escuadra contraria en una rosca antinatural. Que Sergio Rico no esperaba, ni siquiera porque su compañero Beto ya encajó dos tantos de free kick de Leo en Tiflis en agosto. Una parábola que en su día también sorprendió a Courtois.
Cuando subió al primer equipo no era raro el día que después del entrenamiento el argentino se quedase probando unas faltas en el campo de la Masia con el tercer portero Rubén. El objetivo era divertirse y, claro, mejorar. Seguir aprendiendo. Ser el mejor y reinventarse. Maradona le ayudó a acompañar la pelota para que ella entendiese lo que quería. Esa es la base de una comunicación. Por eso, el de ayer fue su sexto gol de falta. Y todos, los seis, cambiaron el partido. Cinco fueron el primero del Barça y el otro puso el 2-1. Así que no olviden el móvil o no lo creerían.
ALA ES CUADRA CONTRARIA Al diez, que ha imitado tantos goles míticos, ayer le dio por copiarse a sí mismo con un tanto a Courtois
LA ANTESALA DE LA GENIALIDAD Como cuando se eleva Curry desde el triple, la gente ya se lleva las manos a la cabeza si se prepara Leo