Gases lacrimógenos contra refugiados
Francia inicia el desmantelamiento del campo de inmigrantes instalado en las afueras de Calais
El cierre de fronteras en los Balcanes provocó ayer escenas de desesperación. Medio millar de demandantes de asilo sirios y afganos intentaron echar abajo la valla que separa Grecia de Macedonia y fueron repelidos por agentes que les lanzaron gases lacrimógenos. Hay más de 6.000 personas bloqueadas en ese paso fronterizo. Angela Merkel dijo que Europa no puede dejar a Grecia “hundirse en el caos”. Mientras tanto, Francia empezó a desmantelar el campo de chabolas de inmigrantes de Calais.
El cierre de fronteras en los Balcanes está produciendo escenas de auténtica desesperación. Bloqueado el paso hacia el norte de Europa, un grupo de unos 500 demandantes de asilo sirios y afganos trataron ayer de romper la valla que separa Grecia de Macedonia en los alrededores de la población griega de Idomeni. Usaron todo lo que tenían a su alcance: vallas metálicas, palos de señales de tráfico... “¡Abran la frontera!”, gritaban en inglés mientras algunos lanzaban piedras a la policía macedonia. Cuando cayó la barrera, los agentes respondieron con gases lacrimógenos. Cámaras de televisión grabaron a varias personas desmayadas y numerosos niños tosiendo y llorando.
Alrededor de 6.500 personas se encuentran bloqueadas en este paso fronterizo. A raíz de la decisión de Viena de limitar a 80 las solicitudes diarias de asilo que acepta –y a 3.200 el número de personas que puede transitar por el país rumbo a Alemania–, Macedonia, Serbia, Eslovenia y Croacia han pactado no dejar pasar a más de 580 refugiados al día (Skopie sólo aceptó a 300 el domingo). El paso por la pequeña localidad griega de Idomeni se ha convertido en el gran cuello de bo- tella de la ‘ruta de los Balcanes’. Actualmente hay unos 22.000 refugiados en Grecia; la mayoría espera ir a pedir asilo a otro país. El Gobierno griego cree que el cierre de fronteras elevará a 70.000 durante este mes de marzo el número de personas atrapadas. La cifra podría crecer rápidamente si llega la primavera y el buen tiempo y no se ha logrado rebajar el ritmo de llegadas.
La crisis de refugiados ha convertido a la canciller alemana, Angela Merkel, en la máxima defensora de Grecia ante una Europa escéptica respecto a su capacidad de controlar la situación. “¿Creen que luchamos por mantener a Grecia dentro del euro para, un año más tarde, dejar que se hunda en el caos?”, plan- teó Merkel anteanoche en una entrevista en la cadena ARD. “Es mi maldito deber lograr que Europa encuentre un camino común”, añadió, en tono crispado. Su gran apuesta política para salir del atolladero actual es hacer funcionar el plan de acción firmado con Turquía en noviembre para frenar la salida de refugiados.
Los líderes europeos celebrarán el lunes una cumbre extraordinaria con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu. Las autoridades turcas aspiran a que, en contrapartida por acoger a más refugiados, la UE lance un nuevo programa de reasentamiento para candidatos al asilo instalados desde sus campos de refugiados. La incapacidad de Europa y Ankara de frenar las llegadas por las vías de entrada irregulares explica la, hasta ahora, fría acogida a la idea.
“Deseo mucha suerte a la canciller en esa cita para que las medidas europeas funcionen porque si no también nosotros tendremos que tomar medidas nacionales”, ha advertido Reiner Haseloff, candidato por la CDU a la reelección como primer ministro de Sajonia en las elecciones del 13 de marzo. Merkel tiene presión dentro de su propio partido para adoptar medidas en la línea de Viena o los Balcanes pero se resiste y sigue apostando por hacer compatible la Europa sin fronteras con la acogida de refugiados. La UE debe trazar un plan para, “paso a paso, restablecer la zona Schengen junto con Grecia”, reclama Merkel, mientras las llegadas se rebajan a cifras más manejables.
Atenas, pese a contar con el apoyo de Berlín, se encuentra en una situación complicada. Otros han perdido la paciencia. El canciller austriaco, Werner Faymann, acusa al Gobierno griego de actuar “como una agencia de viajes” al facilitar el tránsito de cientos de miles de personas a otros países. El año pasado, Grecia dio el estatuto de refugiado a 11.000 personas, frente a las 90.000 de Austria, critica Werner. “Esa gente no quiere quedarse aquí”, ha replicado el ministro griego Thodoris Dritsas: “Aunque tuviéramos medios para que pudieran establecerse aquí, no funcionaría”.
Aunque carece de medios materiales y financieros para convertirse en tierra de asilo, por no hablar del nulo efecto llamada de su empobrecida economía, el país parece abocado a acoger, al menos temporalmente, a cifras mucho mayores de refugiados este año. Grecia ha sido condenada en varias ocasiones por las malas condiciones de acogida. En el 2011, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró ilegal devolver demandantes de asilo a Grecia aunque este fuera el primer país de la UE que hubieran pisado y así lo estipule el reglamento de Dublín sobre asilo. La Comisión Europea ha destinado 509 millones de euros del presupuesto 2014-2020 a Grecia para mejorar la situación.