Rebelión en las aulas
Jordi Amat se hace eco de las ideas del profesor de secundaria Andreu Navarra: “Podemos ser la encarnación de una excepción: una excepción amorosa con la cultura, a pesar de todo. Y es que, por una hora, todos estamos en paz, trabajamos en paz, en mi clase”.
Alas pocas semanas de impartir clases de lengua y literatura a chavales de secundaria, la mirada de una chica en una sesión de comprensión lectora dejó patitieso al profesor Andreu Navarra. Lo ha explicado en un artículo publicado hace pocos días en el digital La Directa. Un artículo de lectura obligada para padres e hijos, maestros y cualquier persona decente que crea y se preocupe por el papel central de la educación en una sociedad con problemas como los tiene la nuestra.
Con los ojos, aquella chica pedía a su maestro, por favor, un instante de tranquilidad. Lo merece. Es aplicada y buena estudiante, pero debe pasarse horas y horas en clase soportando conductas toscas y racistas de una tropa de adolescentes que escupen la rabia que acumulan cuando salen del instituto y su circunstancia les va carcomiendo la conciencia. Porque ellos, que tampoco la merecen, crecen en una realidad ante la cual la rabia es la reacción natural. Pero el profesor Navarra, que ha llegado a secundaria con una vocación a prueba de bomba, hace todo lo posible, en cambio, para convertir la clase en una escuela de convivencia a través del conocimiento. “Podemos ser la encarnación de una excepción: una excepción amorosa con la cultura, a pesar de todo. Y es que, por una hora, todos estamos en paz, trabajamos en paz, en mi clase”.
Durante años Andreu Navarra ha sido un admirable buscavidas. Con un currículum despampanante, con una capacidad de trabajo desbocada, apurando todas las becas posibles, ha publicado diversos libros que prueban su pasión por la historia, la literatura y el conocimiento. Uno de los últimos es un repaso a la historia del pensamiento político del regeneracionismo español, del siglo XVI hasta el presente. En las últimas páginas invocaba de nuevo la vigencia del regeneracionismo como ética civil para combatir los perpetuadores de la injusticia: los que impulsan la involución social boicoteando la educación.
Con esta fe Andreu ha llegado al aula y suya debe ser nuestra esperanza. La de la chica que lo mira porque sobre todo quiere trabajar. “Gracias, chica que quería trabajar. Porque esta es la historia de mi vida: querer trabajar”.