La Vanguardia

La ayuda humanitari­a llega con dificultad a Siria, pese a la tregua

- TOMÁS ALCOVERRO

Gracias a la tregua que el sábado entró en vigor, miles de sirios pudieron recibir la urgente ayuda alimentari­a, aplazada una y otra vez. La ONU anunció que sus primeros convoyes llegaron a Muadamiyat el Sham, controlada por la oposición, cargados de mantas, cajas de jabón y detergente. Hay casi medio millón de sirios atrapados en trece locali- dades asediadas por el ejército, que esperan, algunas desde hace años, según el Alto Comisionad­o de los Derechos Humanos de la ONU, el socorro internacio­nal. “Los alimentos, las medicinas son bloqueadas con frecuencia –explicó Zeid Raad el Husein– y miles de personas se exponen a morir de hambre”.

Esta ayuda no puede ser encaminada fácilmente porque necesita, cada vez, el acuerdo del Gobierno para mantener abierto el corredor humanitari­o a través de las líneas del frente, a fin de acceder a las poblacione­s asediadas en mano de los rebeldes.

El alivio de la población es resultado palpable de este alto el fuego pactado por EE.UU. y Rusia. El enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, había tratado en vano una tregua en Alepo que permitiese la distribuci­ón de socorros a la zona dominada por los rebeldes.

Según la estimación del Observa- torio Sirio de Derechos Humanos, ha descendido drásticame­nte el número de víctimas en los territorio­s en que se ha aplicado la tregua, de los que se excluyeron los sometidos a los yihadistas del Estado Islámico y del Frente Al Nusra.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Mun, afirmó que el alto el fuego “se mantiene globalment­e, pese a algunos incidentes”.

La oposición ha denunciado ataques de la aviación siria y avances de tropas en la Guta, a las afueras de Damasco, y bombardeos de cazas rusos. Los principale­s beligerant­es se acusaron mutuamente de algunas violacione­s del alto el fuego.

En Siria hay varias guerras simultánea­s. Turquía, que no ha suscrito el acuerdo, ha continuado atacando a los combatient­es kurdos, que considera terrorista­s y a los que, en cambio, ayuda EE.UU. al estar en la vanguardia contra los yihadistas. Su artillería ha vuelto a bombardear bases del Estado Islámico.

La calma en Damasco, en Alepo y otras localidade­s ha permitido a la población dormir sin bombardeos, vivir sin súbitas deflagraci­ones. Equipos médicos de urgencia han podido descansar y muchos colegiales jugaron en el patio de sus escuelas. “Ahora hay que lograr una tregua –comentaba una radio damascena– en los embotellam­ientos de la capital, en los cortes de corriente eléctrica, en la subida galopante de los precios”.

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