Una mujer con la cabeza de una niña en las manos causa pánico en Moscú
Una tragedia doméstica causó ayer el pánico en Moscú cuando una mujer vestida de negro apareció por la mañana a la entrada de una estación de metro y comenzó a gritar “¡Alá es el más grande!”. En su mano llevaba algo que agitaba mientras amenazaba a los transeúntes. Era una cabeza que pertenecía a una niña a la que, al parecer, había asesinado.
La policía detuvo a la mujer des- pués de que causase la inquietud entre los transeúntes. “Salí del centro comercial y no podía pasar. Había un montón de gente, estaban corriendo y gritaban: ‘¡Atentado, atentado!’ Vi cómo una mujer paseaba cerca del metro Oktyábrskoe Pole, toda de negro. Tenía algo en la mano. Tal vez era la cabeza de un bebé, como decían en la multitud. Y ella gritaba algo”, explicó una testigo en el canal por cable Dozhd (TVRain).
Otros medios aseguraban que la mujer gritaba que era una terrorista y que “odiaba la democracia”. También amenazó con inmolarse.
La policía confirmó posteriormente que la menor decapitada era una niña identificada sólo como Nastia M., de tres o cuatro años, y que sus padres la habían dejado en casa a cargo de su niñera, no lejos de esa estación de metro, en el noroeste de la capital rusa. “La niñera, procedente de un estado de Asia Central y nacida en 1977, esperó a que los padres abandonaran el apartamento con el hijo mayor y, por cau- sas aún no aclaradas, cometió el asesinato de la menor, prendió fuego al apartamento y luego abandonó el lugar”, dijo el Comité de Investigación de Rusia. Fuentes policiales filtraron luego que la agresora era de nacionalidad uzbeka. El diario Moskovski Komsomólets dio el nombre de Guiulchejra Bobokúlova, procedente de Samarkanda.
La detenida fue sometida ayer a un examen psiquiátrico para determinar si es consciente de sus actos. Según la agencia Interfax, había tomado algún tipo de droga.
Según Olga Kiríllova, que dirige los Servicios de Inmigración en Moscú, la mujer entró en Rusia a finales de enero de forma legal, pero no tenía permiso de trabajo.
Khabib Abdulláev, presidente de la sociedad cultural uzbeka de Moscú, subrayó que “la nacionalidad es aquí secundario. Parece que esto fue fruto de la locura”.
Aunque las autoridades descartaron la teoría de un atentado, el grito “¡Alá es el más grande!” causó ayer gran impacto en las redes sociales de un país con una reciente historia de terrorismo islamista. En el 2010, dos mujeres suicidas (conocidas como viudas negras) se hicieron explotar en el metro y mataron a 41 personas. En el 2011, una bomba causó 37 muertos en el aeropuerto de Domodédovo. El último golpe se produjo en diciembre del 2013 en la ciudad de Volgogrado: dos kamikazes –un hombre y una mujer– mataron a 34 personas en la estación de tren y en un trolebús.