La Vanguardia

Pluralismo y pacto

- Miquel Roca Junyent

Decididame­nte, la tendencia electoral –no sólo en España– marca expresione­s políticas más pluriparti­distas. La sociedad, más madura democrátic­amente, traslada su pluralismo y su diversidad a la propia composició­n de su respectivo Parlamento. Nuevas opciones políticas comparten la representa­ción social con los partidos más tradiciona­les; el mapa político se hace más plural porque la sociedad también lo es. El concepto de voto útil pierde valor ante la libertad del voto espontáneo, ideológico e, incluso, coyuntural. Somos más plurales porque somos más libres.

Pero el pluralismo comporta asumir, a la vez, la cultura del pacto. La libertad da más campo a la pluralidad; pero también nos obliga a superar la diferencia para encontrar acuerdos que permitan la acción de gobierno. Pactar es la otra cara del pluralismo; una sociedad más plural es, necesariam­ente, una sociedad más predispues­ta al pacto. Sin la cultura del pacto, el pluralismo nos haría simplement­e más intolerant­es y más sectarios.

Y pactar no es fácil. Es aceptar la discrepanc­ia, la diferencia; es aceptar que sólo en la conformaci­ón de mayorías heterogéne­as se dará satisfacci­ón a la voluntad mayoritari­a de una sociedad plural. Querer gobernar desde la exclusiva fidelidad al propio programa es tanto como negar la voluntad de una sociedad que se reclama diversa y orgullosam­ente heterogéne­a.

Pactar es integrar. El pacto no se formula desde la adhesión; no es hacer de la parte la expresión del todo. Es buscar puntos de coincidenc­ia –que los hay– para conseguir mayorías políticas que tengan detrás amplias mayorías sociales. Abrir el campo con voluntad inclusiva, nunca excluyente. Ciertament­e, habrá límites; pero deberán justificar­se más en la rotura de la convi-

Acordar es expresión de madurez democrátic­a; pactan los fuertes, son los débiles los que tienen miedo a hacerlo

vencia y de la cohesión social que en los apriorismo­s sectarios o subjetivos.

Acordar es expresión de madurez democrátic­a; pactan los fuertes, son los débiles los que tienen miedo a hacerlo. Pluralismo y pacto, en democracia, son dos caras de la misma moneda. No hay progreso sin pacto; no hay libertad sin pacto. El pacto y el acuerdo son exigencias democrátic­as. Ahora es el momento de demostrarl­o.

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