Christopher Forbes subasta su colección de piezas napoleónicas
Un miembro de la familia de millonarios vende su gran colección sobre Napoleón III
Christopher Forbes, miembro de la célebre familia de millonarios que gestiona la revista que lleva su apellido, conocida por clasificar las grandes fortunas del mundo –su hermano Steve es el presidente y él ocupa la vicepresidencia–, dispersará una pequeña parte de la suya el 5 de marzo, en el castillo de Fontainebleau, junto a París. Allí, JeanPierre Osenat, especialista en recuerdos y objetos relacionados con Napoleón y su familia, rematará la colección privada sobre el tema más importante del mundo: se espera obtener más de cuatro millones de euros por los más de 3.000 objetos, ordenados en 2.000 lotes.
Christopher Forbes se cree Na- poleón desde sus 16 años, cuando papá, Malcolm Forbes, fundador del imperio, le regaló la que sería primera pieza de su colección. En cuatro décadas Christopher la enriqueció con muebles, óleos, manuscritos, fotos (la fotografía balbuceaba) o retratos, de otro imperio, histórico y trasatlántico, el de Carlos Luis Napoleón Bonaparte, hijo de Luis I de Holanda y de Hortensia de Beauharnais. Como su madre era hija de la emperatriz Josefina, Carlos Luis, tras las muertes de sus dos hermanos, será único heredero de tío Napoleón. De ahí su título de Napoleón III, último monarca francés.
Su esposa, Eugenia de Montijo (Eugenia Palafox Portocarrero de Guzmán y KirkPatrick, XVI condesa de Teba), será una emperatriz popular (su vida inspiró la película Violetas imperiales), capaz de imponer costumbres españolas en París y croquettes –croquetas– en Madrid, o las vacaciones en Biarritz, pero también de influir la política exterior del emperador, apoyar las investigaciones de Luis Pasteur, el Canal de Panamá que abre su pariente Lesseps, el urbanismo de París...
En esa época, crucial, llamada Segundo Imperio (1852-1870), apoyado en sus poderes absolutos, en las ideas del barón Haussmann y en el carisma de Eugenia, el emperador inventará el París moderno, incluido lo que hoy se cree natural, como el bosque de Boulogne, sus cascadas y lagos. Y por supuesto los bulevares, anchos para dar espacio al ejército represor.
Francófono y francófilo, Christopher Forbes desdeñó las ventajas de una subasta en Nueva York y la semana pasada se dio el gusto de presentar las piezas (libros raros, 500 pinturas y dibujos –de Gustavo Doré a Edgar Degas–, 1.300 cartas manuscritas de Eugenia, del emperador, del príncipe e incluso
del tío Napoleón I–, en la Opera Garnier, donde flota el aura de Eugenia de Montijo, que lo inauguró. Según Osenat, la emperatriz le pidió al arquitecto que le explicara el estilo “que no es ni griego, ni Luis XV, ni siquiera Luis XVI”y Garnier, adulador, le dijo: “Esos estilos pasaron de moda, señora, esto es Napoleón III”.
Durante cuarenta años Forbes persiguió los testimonios de la época –su clasificación ha movilizado ahora a historiadores– y se zambulló en ella. Hasta el punto de que su propiedad de Nueva Jersey es “totalmente Segundo Imperio”, aunque sin olvidar a Napoleón I (el certificado de su boda religiosa con Josefina es una pieza fuerte de su colección), ya que las telas que tapizan paredes y cielo raso de la mansión imitan la de las tiendas de campaña del bélico primer emperador. Confidencia: “También nuestro refugio antiatómico evoca el Segundo Imperio”.
Jean-Pierre Châtaignier, uno de los expertos contratados por Osenat para hurgar en el tesoro y redactar el catálogo, se atreve a definirlo como “una nueva crónica patrimonial y artística del Segundo Imperio”. El detalle sería inagotable: secretos diplomáticos, retratos de la emperatriz y el emperador firmados Franz Xaver Winterhalter –el pintor académico de las grandes familias reinantes europeas–, fotografías de Nadar y Le Gray, dos pioneros del arte naciente... O ese pequeño uniforme de dragón de la guardia imperial, imitación de los que se usaban bajo el mandato de Napoleón I, que Eugenia encargó para su principito.
Sin dar cifras, Osenat espera algún récord. Como el reciente, cuando subastó la colección napoleónica monegasca y obtuvo, por uno de los 19 bicornios de Napoleón I casi dos millones de euros. Pagados por otro tipo de monarca: el surcoreano Kim Hong-Kuk, llamado en Seúl el rey del pollo.
Se espera obtener más de cuatro millones de euros por los 3.000 objetos que se subastarán