Un pontificado trepidante
Francisco cumple hoy tres intensos años como Papa entre éxitos geopolíticos, reformas de calado y también críticas
Siempre se ha dicho que el reloj vaticano va más lento porque su perspectiva es de siglos o incluso de milenios. Pero los tres años de Francisco en la silla de Pedro parecen una eternidad. El papa argentino lleva un ritmo trepidante. Sus mensajes espirituales son constantes. Ha tenido exitosas iniciativas diplomáticas. Ha iniciado reformas de calado. Ha cambiado profundamente el estilo y el protocolo. Es hoy, quizás, la figura mundial más relevante y la que mayor simpatía suscita, aunque no se ahorra críticas, algunas ásperas.
A Jorge Mario Bergoglio le gusta definir la Iglesia católica como un “hospital de campaña” que acoge a todos los heridos del alma y les suministra la medicina de la misericordia. En este tercer aniversario
Bergoglio, que ha hecho ya doce viajes al extranjero, lanza continuos mensajes espirituales
como papa, la Iglesia –y el Vaticano– son, además de hospitales espirituales, grandes solares en obras. Hay muchas reformas en marcha, de estructura interna y de estrategia pastoral. Ciertos cambios no están yendo a la velocidad que algunos esperaban. Francisco continúa provocando aplausos, pero también impaciencias, perplejidades o resistencias, según las posiciones y expectativas de cada cual.
El Papa ha realizado 12 viajes al extranjero –visitando en total una veintena de países– y ha presidido más de 120 de audiencias públicas, a las que se añaden los ángelus de los domingos en la plaza de San Pedro y casi 400 homilías matutinas en su residencia. Todo ello conforma un denso magisterio, sencillo en la forma pero profundo en el fondo.
Al regreso de los viajes al extranjero, Bergoglio ha establecido la costumbre de ofrecer una rueda de prensa en el avión, Contesta a todo, sin filtro previo. Esto es un lujo para los periodistas que le acompañan pero ha provocado ya más de un problema, obligando al portavoz vaticano, Federico Lombardi, a matizar sus palabras. Fue lo que ocurrió al regreso de México, después de que el Papa se atreviera a entrar en el cuerpo a cuerpo con Donald Trump a propósito del muro en la frontera sur de Estados Unidos. El Pontífice puso en duda la fe cristiana del aspirante republicano, una afirmación arriesgada que no dañó al magnate sino que le pudo dar más apoyos, despertar los resentimientos antipapistas del protestantismo estadounidense y agravar la alergia que sienten amplios sectores de la derecha norteamericana ante un pontífice argentino que acusan de izquierdista y antiyanqui.
“El balance de estos tres años ofrece claroscuros –señala a La
Vanguardia el veterano vaticanista suizo Giuseppe Rusconi–. La política comunicativa, por ejemplo, ha sido problemática debido a esa mezcla entre la espontaneidad de Francisco y su infravaloración del efecto que tienen sus palabras”.
Mucho más crítico es Sandro Magister, que lleva medio siglo informando de cuestiones eclesiales y cuyo blog, en varios idiomas, es leído en todo el mundo. Algunos artículos de Magister son muy ácidos y reflejan los malhumores en círculos ortodoxos de la curia y en la jerarquía italiana. Hace poco tituló así su texto: “Bienvenidos los ricos. Francisco los acoge con los brazos abiertos”. Magister ironizaba sobre lo que él considera flagrantes contradicciones de Francisco, que es implacable con el sistema económico dominante (“una economía que mata”) pero recibe a gente muy poderosa –como Tim Cook, presiden- te de Apple; Eric Schmidt, de Google, o Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional– y acepta de ellos donativos. Magister denunció una retórica que choca con la llegada al Vaticano de las más grandes –y caras- audito- ras del capitalismo, como McKinsey, Ernst & Young, Promontory y KPMG, o el hecho de que el gran
show audiovisual en la apertura del jubileo extraordinario de la misericordia lo pagara, en parte, la fundación de a Paul Allen, de Microsoft.
Desde la izquierda católica también afloran reproches, si bien más suaves. El teólogo Vito Mancuso, en una reciente entrevista con La Re
pubblica, dijo que”el problema de este pontificado es que la radicalidad de los gestos no se corresponde la del gobierno”. “La fortísima popularidad de Francisco, sobre todo en el primer periodo, podría haber permitido decisiones de mayor coraje”, agregó Mancuso. Tanto este teólogo como otros observadores os del ala liberal piensan que Francisco no se ha implicado lo suficiente en la lucha contra la pederastia y no ha promovido avances en el papel de las mujeres en la Iglesia, pues aún se les veta hasta ser diáconos.
Los vistosos éxitos diplomáticos de Francisco, como la mediación entre Cuba y EE.UU., o sus presiones para frenar el ataque aliado contra el régimen de Bashar el Asad, en el 2013, no generaron sólo elogios. Muchos lamentaron que, en la visita a Cuba, en septiembre pasado, no recibiera a disidentes ni hablara en público de la represión. Sobre Siria se le ha reprochado que su vara de medir fuera diversa en el 2013 de la que ha usado cuando Rusia empezó su intervención armada
Si su estilo de vida austero y su tino en la elección de nuevos obispos han sido elogiados, no ha habido tanto consenso sobre la idoneidad de algunos colaboradores, empezando por el cura español Lucio Vallejo Balda, protagonista del escándalo Vatileaks-2.
Francisco sabía que corría riesgos y los asumía. En su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, su plan de ruta, ya dijo que prefería “una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”.
Los conservadores le reprochan contradicciones y los liberales lentitud en los cambios