Relevo en la cúpula de UGT
JOSEP Maria Álvarez llega a la secretaría general de la Unión General de Trabajadores (UGT) confederal, desde Catalunya, con la promesa de la transparencia, la participación y la renovación profunda del sindicato para adaptarse a las nuevas realidades económicas y sociales del país. Son tres retos fundamentales para que la segunda organización sindical española pueda reforzarse institucionalmente para defender con eficacia los intereses de los trabajadores que representa.
Cándido Méndez, su antecesor, ha estado veintidós años en el cargo, un tiempo excesivamente largo en el que ha tenido tiempo suficiente para acumular luces y sombras en su gestión. Bajo un liderazgo indiscutido reforzó la unidad interna de UGT, sacó al sindicato de la peor crisis de su historia, a raíz de la quiebra de su cooperativa de viviendas; independizó la organización del PSOE, de quien era correa de transmisión y, desde la independencia política, la ha consolidado como una de las dos grandes centrales, junto con Comisiones Obreras. Bajo la dirección de Cándido Méndez, asimismo, UGT evolucionó hacia el modelo sindical europeo, con una actitud dialogante, que ha propiciado importantes pactos en favor del poder adquisitivo de los asalariados y de la creación de empleo, y que han contribuido también a la estabilidad y la paz laboral.
Paralelamente, UGT se ha visto ensombrecida en estos años por varios casos de corrupción, por la lentitud institucional en sus reacciones y por la falta de respuesta a los graves problemas del país, como la propia crisis económica y el desempleo, la dualidad del mercado laboral, la situación de los jóvenes –el 50% de los cuales están en paro–, la discriminación de las mujeres y la inmigración, además de los graves problemas de financiación y de pérdida creciente de afiliación y de influencia social que arrastra la organización.
Pese a que Josep Maria Álvarez lleva veintiséis años al frente de la UGT de Catalunya, su triunfo en el 42.º congreso confederal supone una ruptura con la estructura oficialista de Cándido Méndez, ya que este avalaba al otro candidato, el salmantino Miguel Ángel Cilleros. Su victoria, sin embargo, ha sido muy ajustada, con el 51% de los votos, en lo que probablemente ha influido la campaña hecha en su contra por ser defensor del derecho a decidir de Catalunya. Pero los resultados demuestran dos cosas: que en UGT no hay catalanofobia, como él mismo dijo, y que el sindicato quiere afrontar mayoritariamente el proceso de transparencia, viabilidad financiera, mayor participación y renovación que el nuevo líder propone.
La tarea de Josep Maria Álvarez y su nueva ejecutiva confederal no será nada fácil. Además de los ambiciosos retos internos, el nuevo secretario general de UGT se propone liderar un proceso de reindustrialización del país, para crear los empleos del futuro, y apostar por la formación profesional dual para fomentar la integración laboral de los jóvenes, junto con un nuevo impulso de los contratos relevo, al tiempo que quiere que el sindicato se ponga más activamente al lado de los intereses de los ciudadanos, en defensa de las pensiones, de mayores becas, de menos listas de espera y de mejores ayudas sociales. Para devolver un mayor poder a los sindicatos, sin embargo, confía en que se visualice la mayoría de izquierdas del Parlamento español en un gobierno que derogue la reforma laboral impulsada por el PP, ya que en su opinión ha desequilibrado las relaciones laborales en favor de la patronal.