¿Competencia o inquietud?
Este año, desde el Clúster Edutech, hemos celebrado la octava edición del ITworldEdu, el congreso de la tecnología educativa, bajo el título “Escuelas digitalmente competentes”. Después de haber presenciado la riqueza y la pasión con la que los directivos y profesores de los centros exponían los casos reales de su innovación en el aula mediante la tecnología, uno empieza a tener dudas razonables, sobre si estos casos de éxito lo son porque el profesorado es digitalmente competente, o bien al revés, porque la pasión y la inquietud para innovar han creado la necesidad de aprender y adquirir una cierta competencia digital.
En este sentido, me permito hacer una analogía con el mundo empresarial y la fa- mosa ola de la digitalización de las empresas para orientarse adecuadamente a su cliente y ser más eficientes en sus procesos. A menudo se asocia que este fenómeno viene dado por la denominada generación Millennials, jóvenes nacidos entre 1980 y el 2000. Nada más lejos de la realidad, las empresas se transforman para ser más competitivas y más eficientes, y por este motivo también lo hacen los propios directivos y empleados, independientemente de su edad.
Este fenómeno de la digitalización ya hace tiempo que lo vivimos en el entorno educativo a través del acceso a la tecnología. Vemos una relación directa entre los indicadores de inquietud en la transformación y en la pasión por cambiar y adaptarse, y las escuelas que presentan iniciativas para ser expuestas en la ITworldEdu.
No es tan importante ser seleccionado para exponer en el congreso, sino tener la iniciativa de presentar el caso de la escuela con la calidad con la que las 76 iniciativas han descrito sus casos prácticos, aunque sólo 15 han podido ser escogidas. Presentar un caso en el congreso es indicador de “tener ganas de cambiar” y eso nos hace llegar a un punto interesante en nuestro debate: la potencial fractura en el sistema educativo derivada del “tener ganas de cambiar” que lleva la introducción de tecnología a los centros educativos.
Por lo tanto, llego a la reflexión inicial: las competencias de la inquietud y la creatividad, y no la competencia digital del profesorado, serán las que impulsarán la innovación con el uso de una tecnología (invisible) en los procesos de enseñanza y aprendizaje.