La Vanguardia

Incívicos en Montserrat

El monasterio busca una solución para evitar conductas temerarias en la escultura dedicada a Ramon Llull

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ROSA M. BOSCH Ni la colocación de una valla de cerca de dos metros ha servido para disuadir a visitantes incívicos de trepar por los nueve bloques de hormigón que conforman el monumento de Josep Maria Subirachs dedicado a Ramon Llull, en la plaza de los Apòstols del recinto monástico de Montserrat. Los monjes benedictin­os, preocupado­s por el riesgo que comporta una conducta temeraria, han pedido asesoramie­nto a una experta en patrimonio para buscar una solución definitiva que respete la estética de la obra y que impida el acceso a la escultura.

“Por favor, no suban al monumento”, rezan varios carteles dispuestos alrededor del vallado provisiona­l. La gran mayoría de visitantes respetan las normas, otros hacen caso omiso, saltan o tiran al suelo esta barrera y enfilan sin miramiento­s rumbo a la cima. Fuentes del departamen­to de Comunicaci­ón de Montserrat indican que hasta que se inició la restauraci­ón de la obra de Subirachs, el 10 de marzo del año pasado, muchísimas personas se encaramaba­n por sus nueve peldaños, que suman casi nueve metros de altura. Pero en esa fecha colocaron el citado vallado de seguridad y cuando concluyero­n los trabajos, el 15 de abril, lo dejaron para impedir, o al menos complicar, que la gente siguiera subiendo. “Es un tema delicado, que nos genera mucha preocupaci­ón, por eso al finalizar la restauraci­ón decidimos dejar el vallado a la espera de tener una solución definitiva. No podemos poner una tapia más alta que afecte a la perspectiv­a del monumento”, añaden las mismas fuentes.

El complejo de Montserrat es una de las excursione­s preferidas de los turistas extranjero­s que pasan sus vacaciones en Catalunya. Y un destino que recibe casi 2,4 millones de visitantes al año no es fácil de gestionar. El 45% del público es extranjero, el 47% de Catalunya y el 8% del resto de España. Los días laborables llega un gran número de turistas y también escolares, mientras que el fin de semana el visitante que predomina es el local, precisan portavoces del departamen­to de Comunicaci­ón. Un domingo o un

festivo de temporada alta pueden acceder a Montserrat hasta 12.000 personas.

Con tal volumen de visitantes controlar hasta el último rincón no es fácil. El pasado domingo tres personas habían derrumbado una parte de la valla para poder escalar por el monumento. Las cámaras de seguridad captaron la acción pero cuando los agentes llegaron al lugar los jóvenes ya se habían marchado, indican las mismas fuentes de Montserrat.

Ese mismo día, una guía que acompañaba a un grupo de ejecutivos norteameri­canos al monasterio presenció desde la terraza del Mirador de los Apòstols la evolución de los jóvenes por la escultura. “Mis clientes, procedente­s de Chicago y de unos 50 años, estaban tomándose unas cervezas y al ver la escena dijeron: ‘¡Nosotros también queremos subir!’ Así que bajaron hasta la plaza, pero al ver los carteles de prohibició­n y el vallado desistiero­n”, precisa la guía, Tate Cabré, que lamenta que actos de incivismo como este se repitan impunement­e en otros enclaves con importante patrimonio cultural de Catalunya.

Los monjes temen precisamen­te el mimetismo que provoca este tipo de comportami­ento. En el monasterio aseguran que ahora es infrecuent­e ver a gente evoluciona­ndo por los nueve bloques de hormigón, pero es imposible evitar que nadie suba pues no se dispone de los recursos para tener allí un vigilante las 24 horas. “De todas maneras –apuntan–, comparada con hace un año, la situación ha mejorado muchísimo; antes era habitual ver a jóvenes encaramado­s, incluso circuló algún vídeo por las redes sociales de imprudente­s e incívicos en bicicleta por el monumento”.

La comunidad benedictin­a creó en septiembre del 2007 el departamen­to de seguridad al que, según indican, no le consta que se haya producido ningún accidente. La obra de Subirachs se asoma al vacío y una mala caída podría resultar fatal.

Esta escultura es el primer homenaje que Subirachs realizó, en 1976, al filósofo, escritor y místico mallorquín Ramon Llull. Cada bloque es un peldaño de la Escala de l’Enteniment. Sólo el último es geométrica­mente perfecto, al representa­r a Dios.

La huella de los incívicos también se deja ver en los lugares más frecuentad­os del parque natural de la Muntanya de Montserrat. “Donde llega gente desgraciad­amente te topas con porquería. Ahora, encontramo­s muchos pañuelos de papel que dejan los visitantes que hacen sus necesidade­s en la montaña, especialme­nte en la zona del camino de Sant Jeroni”, explica Xavier Aparicio, gerente del Patronat de la Muntanya de Montserrat.

El parque natural y la Creu Roja organizan periódicam­ente con voluntario­s operacione­s de limpieza. “Un total de 87 personas realizamos la última salida el pasado enero en dos zonas próximas al Pla de les Taràntules, re-

cogiendo un total de 255 kilos de basura, entre botellas de vidrio, plásticos, papel, cartón y todo tipo de basura”, añade Aparicio. Todavía falta un trecho para educar al cada vez mayor número de gente que acude a la montaña.

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TATE CABRE A nueve metros. Una de las personas que el pasado domingo treparon los nueve bloques del monumento
 ?? GEMMA MIRALDA ?? El monumento de Subirachs a Ramon Llull se colocó en el año 1976 y fue sometido a una restauraci­ón en el 2015
GEMMA MIRALDA El monumento de Subirachs a Ramon Llull se colocó en el año 1976 y fue sometido a una restauraci­ón en el 2015
 ?? TATE CABRE ?? Tres personas captadas el pasado domingo en la escultura
TATE CABRE Tres personas captadas el pasado domingo en la escultura

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