Sorpresas en canal
Viaje de la Barcino romana a la ciudad de hoy, en una barca con la arqueóloga Carme Miró al timón y por las aguas del Rec Comtal
La historia milenaria del Rec Comtal, la mayor infraestructura hidráulica de la Barcelona antigua, que explica la fundación de Barcino, la evolución de la ciudad medieval y su transformación en una capital moderna, está a punto de reescribirse en la calle Dos de Maig, en la confluencia con la plaza de las Glòries. Aquí, junto a una fábrica de paraguas del siglo XIX que todavía sigue en activo, han aparecido los últimos –por ahora– vestigios de este canal.
Y no son unos vestigios cualesquiera. Podrían ser la salida del laberinto, la pieza clave que ayude a encontrar respuestas, a aclarar un enigma, a descifrar un jeroglífico. Los hallazgos obligarán a replantearse el origen de la construcción, mucho más antiguos de lo que se creía, a tenor de esta piedra de Rosetta (el lector sensible entenderá la licencia).
Este diario ha visitado el lugar de la mano de Carme Miró, responsable del plan Barcino del Servei d’Arqueologia de Barcelona. Gran conocedora del Rec Comtal, los interlocutores de esta mujer docta y didáctica tienen la sensación de viajar en el tiempo. En este caso, en una barca. Una imaginaria barca que navega por las aguas de la colonia romana, la ciudad medieval y la urbe en que se ha convertido Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino.
La canalización de agua, explica Carme Miró, es tan antigua como la propia Barcelona. El emperador Octavio Augusto ordenó la construcción de un acueducto soterrado en el siglo I dC. Nacía en unas fuentes próximas al río Besòs, en lo que hoy es la localidad de Montcada i Reixac. Fue una maravilla de la ingeniería, de 11,3 kilómetros y que mantenía durante todo el recorrido el desnivel necesario para que el agua no se estancara ni se desbordase.
A diferencia de lo que ocurre hoy, el agua era un derecho en la Antigua Roma por quien nadie tenía que pagar, un bien público al que el pueblo debía tener acceso libre y gratuito. Por eso los emperadores velaban por los acueductos (que no siempre eran tan monumentales como el de Segovia o el de Tarragona). Los patricios tenían letrinas y fuentes en sus casas. Los ciudadanos más
desfavorecidos, pozos y lavaderos públicos. Eso que ahora se lla
ma la cultura y el reaprovechamiento del agua es en realidad un invento de entonces. Los depósitos de las termas se reutilizaban para la limpieza de alcantarillas o para la extinción de incendios.
El acueducto dejó de funcionar en una época indeterminada entre el siglo VIII y el X. “Hasta ahora no sabíamos cuándo se construyó el Rec Comtal, que si-
guió durante casi todo su recorrido el trayecto de la obra auspiciada por Octavio Augusto. Tenemos documentos del siglo XI que ya hablan de un canal antiguo, pero no sabemos si se refieren al acueducto romano o al primer Rec Comtal”, explica la responsable del plan Barcino. Por eso es tan importante lo que se ha descubierto ahora en la plaza de las Glòries. Por primera vez en la historia de Barcelona, ha aparecido un tramo original y bien conservado del canal original, lo que permitirá una datación fehaciente, con análisis de carbono 14 y bioarqueología. El Ayuntamiento ha pedido ayuda para ello a reconocidos expertos de la Universitat de Barcelona, como los doctores Santiago Riera y Ramon Julià.
Otro trozo del “paleocanal”, como lo define la arqueóloga Miró, también apareció en la avenida Vilanova en el 2009, cerca del Arc de Triomf, a raíz de las obras de reforma y ampliación de las estaciones de Rodalies y de metro. Pero en aquella ocasión no se pudo hacer lo que se hará ahora porque el tramo en cuestión “estaba muy degradado” y se había reutilizado en el pasado como muro del metro. En otras zonas, el Rec Comtal se aprovechó también para la red de alcantarillado.
“El hallazgo de la plaza de las Glòries –admite Carme Miró– obliga a replantearnos la historia y hablar de un canal mucho más antiguo de lo que creíamos. Por eso es tan interesante, porque puede ser la pieza que nos faltaba para acabar el rompecabezas de esta parte del pasado de la ciudad”. En realidad, lo que las excavaciones han hecho aflorar en la calle Dos de Maig son dos canales, uno más pequeño, el original, y otro más amplio y reciente.
Carme Miró no descarta que los descubrimientos puedan acreditar que, salvando todas las distancias, en Barcelona hubo una pequeña Venecia catalana, con casas a las que quizá se accedía por barcazas desde el canal.
Otra hipótesis apasionante, a la espera de la datación definitiva, apunta a la posibilidad de que el primer canal fuera de origen andalusí. Si se confirma que ese pequeño túnel que se vislumbra en la foto más grande de esta página es del siglo VIII, las fechas coincidirían con la invasión musulmana de Catalunya. Los expertos han descubierto además un puente, escaleras y parte de una caseta de distribución de aguas del siglo XIX, nada extraño en una infraestructura que estuvo en servicio hasta los años cincuenta.
Cuando se completen los trabajos, la excavación volverá a ser tapada temporalmente (las lluvias pueden erosionarla), pero el Ayuntamiento integrará el conjunto en el futuro parque de las Glòries, una vez se decida la mejor fórmula para su exposición. Y el Rec Comtal seguirá aún más vivo en la memoria colectiva.