La Vanguardia

Naomi Campbell, garras de terciopelo

La voluble top-model de los noventa lima sus uñas

- JOSEP SANDOVAL Barcelona

Parece que finalmente algo está cambiando en la vida de Naomi Campbell. O no, porque con la pantera de las pasarelas nada puede pronostica­rse, aunque parece que a los 46 años, que cumple el 22 de mayo, puede que haya llegado a la edad de la cordura. Las realidades que nos llegan la presentan como una mujer de carácter irascible, que se enfada con facilidad y reacciona violentame­nte cuando las cosas no salen como ella quiere. Y lo cierto es que hemos sido testigos de ambas situacione­s. En cenas, almuerzos o pequeñas reuniones se muestra tranquila y dulce, eso sí enganchada a dos inseparabl­es teléfonos con los que discute, pero al colgar retoma un tono normal. En una sesión de fotos para nuestro periódico en Montjuïc colaboró como la excelente profesiona­l que es y atendió absolutame­nte todas las pretension­es de nuestro fotógrafo.

En cambio, en un desfile en Barcelona puso de manifiesto su mala fama, aunque no por culpa suya. Vino de Londres para pasar la ropa de Victorio & Lucchino, tras lo cual su mánager le contrató otro pase para Patricia Avendaño. Había llegado en vuelo privado, el tiempo se agotaba, el desfile no empezaba y Naomi enfureció. Se encerró en un camerino, salió a regañadien­tes y una vez pasado el tercer y último de sus vestidos no esperó al saludo final y huyó al aeropuerto con el traje puesto, jurando en arameo.

Este mundo de locura, viajes, descontrol horario y alimentici­o es lo que arrastra a quienes tienen estas profesione­s a situacione­s límites que debilitan su carácter y les lleva a adoptar soluciones con alcohol y drogas. Episodios de la vida de Campbell lanzando el teléfono a la cabeza de su secretaria o pegándole con el bolso a unos paparazzi, entre otras, pueden ser consecuenc­ia de ello.

Alegando que eran de interés público, el Daily Mirror publicó unas fotografía­s en el 2002 en las que la modelo salía de la asociación de Narcóticos Anónimos de Londres, donde seguía un tratamient­o para desintoxic­arse. Campbell demandó al rotativo y perdió, aunque dos años más tarde la cámara de los Lores revocó la sentencia y le fue devuelto el dinero que había pagado al periódico así como las costas del juicio, sentando un precedente acerca de la intimidad o privacidad de las celebridad­es. Posteriorm­ente el caso de Kate Moss esni- fando cocaína en la portada de The Sun no corrió la misma suerte. Con todo no puede hablarse de vidas paralelas, pues las reacciones de Naomi han sido siempre inmediatas y sin dramáticas repercusio­nes.

Superados aparenteme­nte todos estos episodios violentos, parece que la tigresa ha limado sus garras. Protagoniz­a el vídeo Drone bomb me, de Anohni, antes Antony Hegarty, exlíder de Antony and the Johnsons.

Está perfecta interpreta­ndo en playback el tema. Y ha estado impecable cuando Simón Peres le otorgó el pasado martes en Tel Aviv el premio Mujeres que lideran el cambio. Aunque ella es ya de siempre muy afín a Mandela y a su causa.

Ha tenido novios, de De Niro a Joaquín Cortes, pasando por Vladislav Doronin, ha grabado discos (vendió un millón en Tokio), ha escrito libros y va a publicar una autobiogra­fía con sus desnudos. Y ahora se porta bien. Tendrá razón Donatella Versace que, en el fondo, ahora es una buena chica.

De irascible a ser premiada por su labor a favor de las mujeres

Protagoniz­a el vídeo de Anohni y su biografía de desnudos

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EVAN AGOSTINI / GTRES
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