Naomi Campbell, garras de terciopelo
La voluble top-model de los noventa lima sus uñas
Parece que finalmente algo está cambiando en la vida de Naomi Campbell. O no, porque con la pantera de las pasarelas nada puede pronosticarse, aunque parece que a los 46 años, que cumple el 22 de mayo, puede que haya llegado a la edad de la cordura. Las realidades que nos llegan la presentan como una mujer de carácter irascible, que se enfada con facilidad y reacciona violentamente cuando las cosas no salen como ella quiere. Y lo cierto es que hemos sido testigos de ambas situaciones. En cenas, almuerzos o pequeñas reuniones se muestra tranquila y dulce, eso sí enganchada a dos inseparables teléfonos con los que discute, pero al colgar retoma un tono normal. En una sesión de fotos para nuestro periódico en Montjuïc colaboró como la excelente profesional que es y atendió absolutamente todas las pretensiones de nuestro fotógrafo.
En cambio, en un desfile en Barcelona puso de manifiesto su mala fama, aunque no por culpa suya. Vino de Londres para pasar la ropa de Victorio & Lucchino, tras lo cual su mánager le contrató otro pase para Patricia Avendaño. Había llegado en vuelo privado, el tiempo se agotaba, el desfile no empezaba y Naomi enfureció. Se encerró en un camerino, salió a regañadientes y una vez pasado el tercer y último de sus vestidos no esperó al saludo final y huyó al aeropuerto con el traje puesto, jurando en arameo.
Este mundo de locura, viajes, descontrol horario y alimenticio es lo que arrastra a quienes tienen estas profesiones a situaciones límites que debilitan su carácter y les lleva a adoptar soluciones con alcohol y drogas. Episodios de la vida de Campbell lanzando el teléfono a la cabeza de su secretaria o pegándole con el bolso a unos paparazzi, entre otras, pueden ser consecuencia de ello.
Alegando que eran de interés público, el Daily Mirror publicó unas fotografías en el 2002 en las que la modelo salía de la asociación de Narcóticos Anónimos de Londres, donde seguía un tratamiento para desintoxicarse. Campbell demandó al rotativo y perdió, aunque dos años más tarde la cámara de los Lores revocó la sentencia y le fue devuelto el dinero que había pagado al periódico así como las costas del juicio, sentando un precedente acerca de la intimidad o privacidad de las celebridades. Posteriormente el caso de Kate Moss esni- fando cocaína en la portada de The Sun no corrió la misma suerte. Con todo no puede hablarse de vidas paralelas, pues las reacciones de Naomi han sido siempre inmediatas y sin dramáticas repercusiones.
Superados aparentemente todos estos episodios violentos, parece que la tigresa ha limado sus garras. Protagoniza el vídeo Drone bomb me, de Anohni, antes Antony Hegarty, exlíder de Antony and the Johnsons.
Está perfecta interpretando en playback el tema. Y ha estado impecable cuando Simón Peres le otorgó el pasado martes en Tel Aviv el premio Mujeres que lideran el cambio. Aunque ella es ya de siempre muy afín a Mandela y a su causa.
Ha tenido novios, de De Niro a Joaquín Cortes, pasando por Vladislav Doronin, ha grabado discos (vendió un millón en Tokio), ha escrito libros y va a publicar una autobiografía con sus desnudos. Y ahora se porta bien. Tendrá razón Donatella Versace que, en el fondo, ahora es una buena chica.
De irascible a ser premiada por su labor a favor de las mujeres
Protagoniza el vídeo de Anohni y su biografía de desnudos