Corriendo con causa
Fernanda Maciel llevó el running a la mayor favela de Brasil
Cuando hace tres años la ultra atleta brasileña Fernanda Maciel decidió adentrarse en la favela de la Rocinha, la mayor y más peligrosa de Río de Janeiro, era ya una de la deportistas más conocidas de su país. Maciel quería llevar el atletismo popular a una zona en ese momento tomada por la policía militar en su intento de acabar con la delincuencia organizada y pacificar un barrio apiñado en una empinada ladera donde malviven 59.000 personas. Sin embargo, más allá de sus patrocinadores –North Face, Compressport y Red Bull–, pocos creyeron que la iniciativa sirviese de algo. Hoy, la Rocinha tiene su propia carrera popular, uno de sus atractivos turísticos, e incluso una prueba de BTT por sus tortuosas sendas.
Con motivo de la Zurich Marató Barcelona que se celebra hoy, Maciel ha ofrecido estos días el testimonio destacado de esa cara solidaria que siempre acompaña al atletismo popular. Entre un sinfín de stands comerciales y promocionales de la Expo Sports, la brasileña, subcampeona del mundo del principal circuito de carreras de montaña en el 2014 y una de las ultra atletas más activas en las redes sociales, ha contribuido a dar a la prueba barcelonesa una dimensión social.
“Había conseguido completar el Camino de Santiago en diez días en una campaña contra el cáncer infantil, pero tenía una deuda con mi país y mi sueño siempre había sido hacer algo por la gente de la Rocinha, porque conocía bien lo que eran las favelas de Belo Horizonte, mi ciudad, donde había trabajado con niños –explica–. Creo que entre todos hemos conseguido abrirla e incluso hacer de ella un atractivo turístico. En su cima se disfrutan las mejores vistas de Río”.
La vida de esta ultra atleta siempre ha estado ligada a la cooperación, ya que su madre era profesora voluntaria de niños y adultos ciegos. Ella empezó a correr para ir a la escuela y ahorrarse el autobús y trampeó para pagarse los estudios de Derecho. Después no podía elegir sino una ONG con proyectos ambientales en su país, Outward Bound, para iniciar su carrera profesional.
“Me casé con un catalán y llegué a Catalunya, donde me establecí –vive en el pequeño municipio de Coll de Nargó, en el Alt Urgell– y decidí poner en marcha el proyecto White Flow, el que me llevó al Camino de Santiago, a la Rocinha y a Nepal, donde he podido desarrollar otra campaña solidaria con la colaboración de alguna asociación catalana”. Su último gran reto, sin embargo, fue completar el ascenso y el descenso al Aconcagua en menos de 24 horas, un nuevo récord en la trayectoria de una deportista que ha contribuido de una forma decisiva a hacer del ultra trail un deporte también femenino.
Maciel acostumbra a llevar a cabo sus retos en solitario, aunque en sus proyectos implica a sus patrocinadores. “Yo soy profesional, me dedico a esto, pero lo que más me llena es que esas marcas que me apoyan contribuyan también en esto. Sin ellos sería imposible”, explica. La brasileña es una de las caras del libro 42,195 que ha autoeditado We Run Project, junto a maratonianos como Luis Enrique, Mikel Erentxun, Blanca Suelves, Paco Roncero o Luis Rojas Marcos.