Comprar piso en una gran urbe sólo está al alcance de ricos y mayores
La caída del sueldo de los jóvenes ha absorbido la rebaja del precio de la vivienda
La recuperación de los precios de la vivienda ha cogido a toda una generación con el pie cambiado: los jóvenes, los que más se benefician de la recuperación del mercado laboral con sus bajos sueldos y sus contratos precarios, están quedando excluidos de la posibilidad de comprarse un piso, especialmente en la grandes ciudades donde los precios han empezado a repuntar con fuerza.
La principal barrera que les frena es la necesidad de dar una entrada y afrontar los gastos de escritura de la vivienda, lo que obliga a tener aproximadamente el 30% del valor del inmueble en efectivo. Una cantidad que en el conjunto del Estado es de unos 53.000 euros de media (2,87 años de salario neto), pero que se dispara en Baleares (103.000 euros) y en las grandes capitales: solo pueden adelantar estas cantidades las personas con sueldos altos o bien familias que ya son propietarias de un piso y que pueden venderlo para aportar la entrada.
“Ha empeorado la accesibilidad de la vivienda respecto al 2013” reconoce Juan Fernández-Aceytuno, director general de Sociedad de Tasación (ST), aunque la situación es mucho mejor que la que había en el 2013, cuando una vivienda costaba de media 13,7 años de sueldo, frente a los 9,55 años de salario neto que cuesta hoy de media comprar un piso. “Y los jóvenes, claramente, están excluidos de la posibilidad de comprar una vivienda si no pueden recibir ayuda de sus padres para pagar la entrada”, reconoce.
Según el estudio de Sociedad de Tasación, por comunidades autónomas la situación es especialmente desfavorable en Baleares (un sueldo medio necesita 19,8 años para comprar una vivienda), seguida por Madrid, el País Vasco, Navarra y Catalunya. En estas comunidades, además, la compañía recuerda que incluso si se tienen ahorros previos para pagar la entrada, los sueldos medios son insuficientes para pagar la hipoteca media, ni siquiera en una situación de tipos de interés tan favorable como la actual, en la que la banca está concediendo hipotecas a 30 años a tipos del 2,13%, con cuotas de hasta el 35% de los ingresos familiares. En Catalunya, señala ST, la vivienda debería ser un 13% más barata para poder ser comprada por las familias sin incurrir en situaciones de sobreendeudamiento, pero si los tipos de interés vuelven a niveles más normales, alrededor del 5%, los precios de la vivienda deberían de reducirse alrededor del 42% en Barcelona y Girona para que fuera asequible para un ciudadano medio, mientras que también en Lleida y Tarragona deberían bajar, pero menos, alrededor del 10%.
La situación, sin embargo, es exactamente la contraria: los precios están empezando a subir, con fuerza en Madrid y Barcelona y más moderadamente en el conjunto del Estado (un 2,9%). “Madrid y Barcelona son casos aislados respecto a la situación general del mercado, que en el 2015 simplemente se ha estabilizado”, señala
LA ENTRADA, EL MAYOR FRENO La necesidad de tener un 30% del precio de compra en efectivo es la mayor barrera
LA CARESTÍA VAPOR ZONAS Baleares, Madrid, Barcelona y las capitales vascas, las más inaccesibles
Fernández-Aceytuno. A su juicio, el nivel de transacciones inmobiliarias aún es bajo (el año pasado apenas se cerraron la tercera parte de las operaciones que hubo en el 2006), por lo que “primero repuntará la actividad en el sector y luego subirán los precios”. En su opinión, el escenario ideal sería un ritmo de crecimiento moderado, de entre el 4% y el 5% anual. “Un boom sería peligroso para el sector porque ya sabemos lo que conlleva de bajada de calidad, subida de precios, de fraude y de prácticas dudosas y relajación de los controles. Esperemos que podamos evitarlo”, asegura el directivo.
Fernández-Aceytuno lamenta la falta de una política pública de apoyo al acceso a la vivienda, a diferencia de lo que sucede en otros países. “Diversos estudios muestran que el 29% de la población está excluida del acceso a la vivienda, principalmente extranjeros, parados y personas con bajos estudios. Y estamos a a la cola de Europa en ayudas públicas para paliar estas situaciones”, concluye