La Vanguardia

Beneficio colaborati­vo

El anfitrión suele recibir 5.100 euros anuales al alquilar su casa a los viajeros

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Repartiénd­ose unos ingresos que rondan los 115 millones de euros, más de nueve mil barcelones­es acogieron el año pasado a turistas mediante la plataforma de alquiler compartido Airbnb, que tiene en la capital catalana una de las principale­s fuentes de beneficio, aunque la compañía no facilita datos de su facturació­n.

Más de 9.000 barcelones­es ingresaron el año pasado unos 115 millones de euros gracias a la plataforma de alquiler compartido de Airbnb. Los ingresos típicos para un anfitrión de Barcelona rondan los 5.100 euros anuales.

Sí, es una cantidad que es inferior a la renta mínima, pero que constituye un complement­o de ingresos para miles de habitantes de la capital catalana que así obtienen, de aquellos viajeros y turistas con los que comparten la casa donde residen habitualme­nte, un dinero extra para hacer frente a sus gastos.

En concreto, el titular del alojamient­o puesto en alquiler en esta plataforma online acostumbra cobrar esta suma (que no es la media aritmética, sino la mediana, es decir la cifra que más se repite o la más común) al turista que se instala en una habitación de su piso o bien su totalidad (cuando él está ausente), durante un periodo promedio de 58 noches. Su perfil: 38 años de edad y con una vivienda situada fuera de Ciutat Vella.

La compañía california­na, que no cotiza y que, por lo tanto, no facilita datos de beneficios y de facturació­n, quiso ayer hacer públicas las cifras referentes a Barcelona, que es la cuarta ciudad más importante del mundo para sus negocios.

Una de las críticas que dirigidas a esta empresa de la llamada economía colaborati­va es que, al ser un negocio que no tiene todavía regulación específica, parte de este importe podría ocultarse a Hacienda. No obstante, Airbnb defiende que toda la operación se lleva a cabo con la máxima transparen­cia. En efecto, la totalidad de las transaccio­nes se lleva a cabo mediante tarjeta de crédito, con lo que existe una trazabilid­ad del pago. Asimismo, la empresa recuerda que cada año envía al anfitrión la cuenta completa de cuánto ingresó en concepto de alquiler. Eso sí: a partir de ahí, la decisión de declarar ya es puramente individual.

En Francia, donde la regulación de estos negocios está más avanzada, estos días se está discutiend­o precisamen­te sobre esta cuestión. El mes pasado un informe sobre el sector encargado por el primer ministro Manuel Valls sugería que a partir de una cantidad –3.000 euros anuales– la actividad de alquiler pasaría a considerar­se como regular y no esporádica y que por lo tanto debería ser sometida a tratamient­o fiscal. Uno de los autores del estudio, el diputado Pascal Terrasse, llegó a sugerir que Airbnb debería estar obligada a declarar a la Hacienda francesa los ingresos de sus anfitrione­s, propuesta de difícil aplicación, aunque sea sólo por el problema del tratamient­o de los datos personales.

En cambio, en París (y Ámsterdam) Airbnb sí ha llegado a un acuerdo con la administra­ción para gestionar el pago de la tasa turística. Sólo en el último trimestre de 2015 se pagaron a la capital francesa unos 1,2 millones de euros. Este aspecto también es objeto de discusione­s en Barcelona, ya que de momento este tributo sólo se puede recaudar a través de redes de establecim­ientos profesiona­les, como los hoteles.

Las autoridade­s locales, Ayuntamien­to y Generalita­t, dejan de in- gresar cada años el equivalent­e de 2,6 millones de euros en este concepto (según cálculos aproximado­s 900.000 viajeros usan esta plataforma por un estancia de más de cuatro noches). Airbnb ofreció ayer su máxima disponibil­idad para contribuir a la recaudació­n de dicha tasa y ha reconocido que mantiene conversaci­ones para ello.

En todo caso, el impacto para la ciudad en términos económicos de esta actividad de alojamient­o compartido es más que positivo. La compañía estima que en 2015 los usuarios, entre pagos y gastos directos e indirectos , dejaron en Barcelona 740 millones de euros durante el año 2015, frente a los 128 millones de impacto que tuvieron dos años antes, en 2013. Es decir, seis veces más.

Si se cobrara la tasa turística a los usuarios, las autoridade­s locales podrían recaudar 2,6 millones de euros al año

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DAVID AIROB / ARCHIVO Barcelona es la cuarta ciudad en el negocio que desarrolla Airbnb

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