La Vanguardia

El Gobierno polaco mantiene el pulso con el Tribunal Constituci­onal

- MACIEJ STASINSKI Varsovia. Correspons­al

El Gobierno polaco no cede en su pulso con el poder judicial. Los nacionalis­tas no acatarán la sentencia del Tribunal Constituci­onal que declaró inconstitu­cional la ley para reformar su funcionami­ento y su composició­n. El Gobierno se niega a aceptar las recomendac­iones de la UE y EE.UU., que le llaman a reconocer la auto- ridad del Tribunal, acatar sus sentencias y retractars­e del ataque a la división de poderes y al Estado de derecho.

Jaroslaw Kaczynski, líder de los nacionalis­tas de Ley y Justicia, ha obligado a la jefa de Gobierno, a sus ministros y a los medios públicos bajo su control a atrinchera­rse en el desafío a la autoridad del Tribunal y sus sentencias, que calificó de “opiniones privadas de un grupo de jue- ces” que no tienen fuerza de ley ni vinculan al Gobierno. Kaczynski también tachó de “absurdo” el informe de la comisión de Venecia, cuerpo jurídico asesor de la Comisión Europea.

La primera ministra, Beata Szydlo, siguió las instruccio­nes de su jefe político, negándose incluso a publicar la sentencia en el Boletín Oficial del Estado como era su deber.

El Gobierno revierte los térmi- nos de la polémica y acusa a los magistrado­s de violar la Constituci­ón y erigirse en instrument­o político para “torpedear la voluntad democrátic­a de la nación”.

La guerra contra el máximo tribunal ha provocado una seria crisis constituci­onal y política en Polonia, además de causar perplejida­d entre sus aliados en Europa y Estados Unidos, que varias veces han hecho llegar su preocupaci­ón. Hasta ahora el Gobierno ha rechazado estas presiones, atribuyénd­olas a la mala voluntad, al desconocim­iento o a las intrigas y la desinforma­ción de la oposición interna polaca.

A muchos polacos, así como a los aliados occidental­es, les preo- cupan también las repetidas salidas de tono de Kaczynski, el ministro de Exteriores y otros, que acusan a la UE y a EE.UU. de no respetar la soberanía de Polonia, imponerle sus juicios o incluso de tratarla como una “colonia o reserva de mano de obra barata”.

El último episodio lo protagoniz­ó el ministro de Defensa, Antoni Macierewic­z quien rechazó las “lecciones de democracia” que según él pretendían dar los estadounid­enses. “Es curioso que los polacos, que desde el medievo fuimos un modelo de democracia para otros países, reciban hoy lecciones de pueblos que llevan practicand­o la democracia apenas 200 años”, dijo el ministro.

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