Artistas que van al frente
Hay que ver lo risueñas que desfilan, con toda la informalidad del mundo. La que encabeza la marcha aparece revestida de un entusiasmo potente, contagioso; ese brazo y puño levantados confirman el signo del compromiso.
Y saluda por iniciativa, pero también para devolver el saludo o el aplauso que en ese momento recibe de persona muy principal: el presidente Lluís Companys, que ha salido al balcón de la Generalitat para agradecer en público el gesto combativo de este grupo que ella encabeza.
El ambiente que refleja la imagen captada por el fotoperiodista Pérez de Rozas es de lo más elocuente.
Llama la atención que las artistas, pese a un aire que evidencia una confesada coquetería, se hayan enfundado el mono miliciano; la de la derecha, empero, lo ha adornado a su modo; por si fuera poco, van tocadas con el gorro cuartelero.
Estamos en la embocadura de septiembre de 1936; una mañana soleada y calurosa. Poco antes de las 11 se ha congregado una multitud muy nutrida para arropar la iniciativa militante de un grupo de artistas del escenario que encabezaron la iniciativa de sumarse al frente.
En su caso no se trata de querer empuñar el mosquetón ni de meterse en la trinchera ni por supuesto de lanzar una granada, sino de acercarse al terreno en el que luchan sus compañeros, para hacerles llegar personalmente su apoyo y demostrar de esta forma que el pueblo, la retaguardia está con ellos.
Actores, actrices y músicos se habían ofrecido para ir a actuar allí donde los combatien- tes se jugaban la vida. Respondían así a la iniciativa muy entusiasta que había sido lanzada y difundida por el rotativo Las Noticias, que fue secundada al punto por el Comité de Milicias, el Sindicato Único del Espectáculo y el Comisariado de Espectáculos de la Generalitat.
Al pueblo arracimado en la plaza de Sant Jaume, ya devenida plaza de la República, se le sumó una centuria procedente de los cuarteles Carles Marx (hoy campus Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra), con su banda de música. Y tocan Els segadors; los soldados les presentan armas. A renglón seguido y al encaminarse hacia la puerta principal de la Generalitat de Catalunya, son vitoreados en nombre de la República y del pueblo, todo envuelto en un mar de aplausos que no cesan.
El presidente Companys, que se ha retirado ya del balcón, recibe al medio centenar de artistas en su despacho. Y luego, varios autocares en forma de caravana emprendieron el viaje hacia las primeras líneas de lucha.
Una estampa bien distinta a la que con anterioridad habían protagonizado las mujeres, un revuelto de amantes y prostitutas, que se sumaron a los primeros combatientes anarquistas que se lanzaron a la conquista de Zaragoza.
El presidente Lluís Companys despidió a los actores que iban a actuar ante los combatientes