Escrito en la piel del Liceu
Aun siendo una versión semi escenificada, ‘Written on Skin’ mantiene en vilo al público: no se oía ni un tosido
Lo teníamos todo en contra: una ópera del 2012, con una partitura inhabitual, que además se ofrecía en versión semi escenificada... en una noche de aguacero en la que se jugaba un importante Barça-Arsenal de Champions. Y, sin embargo, se produjo la magia. El público que llenaba anoche el 70 por ciento de las localidades del Liceu contuvo la respiración durante la hora y 35 minutos que duró Written on Skin. E irrumpió en sentidos aplausos finales... durante cinco minutos.
Esta ópera en tres partes de George Benjamin contiene sobrados argumentos como para ser considerada una de las cumbres de la lírica del siglo XXI. Excelentemente orquestada, su intensa belleza musical no hace sino ahondar en la tensión del libreto. Un libreto que Martin Crimp ha basado en la leyenda medieval protagonizada por el trovador Guillem de Cabestany y reco- gida por autores posteriores como Petrarca, Boccaccio o Stendhal: la del terrateniente que castiga a su mujer haciéndole engullir el corazón de su amante.
Pese a lo provocador que resulta el tema de la antropofagia, la ópera logra envolver musicalmente la trama en un halo de angustiosa irrealidad, viajando por momentos violentos y por otros de exquisita suavidad, aunque siempre en el terreno de la sensualidad: el Protector es incapaz de tocar a su mujer. Esta mataría por un abrazo; al final, consigue que se lo dé el cuentista ilustrador de pergaminos a quien su marido encarga que narre la histo-
La ópera del siglo XXI de Benjamin se lleva un cerrado aplauso de cinco minutos en un Gran Teatre al 70%
ria de su familia.
Ciertamente, habría que lamentar que una ópera nueva como esta se nos presente sin escenificar. Ya se sabe que la ópera contemporánea no llena teatros en España, así que el Liceu ha optado por representar una única función. El problema es que recrear la escenografía para una sola noche sería demasiado caro. Dicho esto, el hecho de que los personajes hagan las veces de narradores en determinados momentos sumado a la calidad actoral de los solistas –además de cantar excelentemente– permitieron que el público del Liceu entrara de lleno en el argumento. Son las ventajas de tener un reparto en el que predominan los cantantes-actores ingleses.
Christopher Purves, el barítono Protector, se corroe de celos –posi- blemente por su atracción por el joven más que por la infidelidad de su esposa–, y la soprano Barbara Hannigan (sencillamente sublime la canadiense) acaba devorando sin saberlo el corazón de su amante... un Tim Mead que ya era hora que exhibiera en Barcelona su exquisita voz de contratenor. La mezzo Victoria Simmonds y el tenor Robert Murray completaron ese Brit-cast que por momentos nos hizo encoger en las butacas del teatro.
Magnífica la Mahler Chamber Orchestra dirigida por el propio Benjamin, que a su paso por Barcelona ha dejado a todo el mundo encantado: alumnos de la Esmuc y del Conservatori del Liceu, e incluso socios del Cercle, donde ayer tuvo la amabilidad de ofrecer una sabia charla. Hasta la próxima, maestro.