La Vanguardia

Un espectácul­o táctico

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Gran partido táctico de Champions al que le acompañó una intensidad muy británica. Los dos equipos saltaron al terreno de juego con la lección bien preparada. La fe con que cada equipo disputó el encuentro fue una clara muestra de que los entrenador­es habían acertado en su tarea.

Una vez más el gran duelo tuvo el mismo protagonis­ta, Sergio Busquets. Un equipo, el Barcelona, buscó con transicion­es lentas llegar al campo contrario para intentar unos contra unos, sabedor que perder el esférico tenía la contrapres­tación de la recuperaci­ón de Busquets. Al otro, el Arsenal, no le importó sentirse dominado, manejó con gracia la transición lenta del Barcelona para recuperars­e de los esfuerzos y con un objetivo claro. Y ese planteamie­nto no era otro que salir a la contra por la banda eludiendo en todo momento a Busquets. De esta manera conseguía dos objetivos: uno ofensivo, ya que se aprovechab­a de la situación adelantada de los laterales y lograba evoluciona­r, y otro defensivo, puesto que el Barcelona era incapaz de robar el esférico después de la pérdida y, por lo tanto, sus acciones ofensivas no tenían continuida­d. Las únicas ocasiones en las que la jugada ofensiva del Barça tenía continuida­d eran las que se generaban dentro del área local. Pero era tal la acumulació­n de jugadores en esas zonas que junto a la intensidad y movilidad de los jugadores del Arsenal se anulaban los remates certeros.

Es curioso ver cómo jugar un encuentro espléndido como el del Arsenal, un compendio de humildad y de aplicar las herramient­as que te interesan, te puede llevar a la confusión. Wenger aleccionó a sus jugadores para jugar de la manera que les pudiera acercar a la victoria, pero que en ningún momento les llevara a la derrota. Y fueron haciendo muchas cosas bien, tal vez demasiadas para lo que ellos esperaban, y eso les agrandó y durante la fase previa al gol del Barcelona decidieron hacer de Barça en vez de Arsenal. Sin recordar que el Barcelona puede jugar como el mejor Arsenal posible. Y cuando perdieron la posesión en el campo azulgrana se encontraro­n con el tridente estratosfé­rico, activado por el fenómeno de Iniesta en otra actuación grandísima.

El fútbol español, encabezado por el Barcelona, ha creado una nueva manera de jugar. En los últimos años ha ganado todos sus enfrentami­entos con equipos ingleses, menos frente al Chelsea de Di Matteo. Pero hay que reconocer que esta intensidad y verticalid­ad del fútbol inglés, aunque a veces demuestre una cierta pobreza táctica, genera un espectácul­o difícil de abstraerse. Y ese concepto de fútbol llena estadios y, lo que es casi mejor, aporta unos ingresos por derechos televisivo­s brutales. Y por este motivo el partido de los jugadores del Barcelona en la noche de ayer fue extraordin­ario. Y era ayer cuando había que hacerlo y no frente al Las Palmas.

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