Lula toma posesión como ministro por 40 minutos
Un juez paraliza la decisión de la presidenta de nombrar a su predecesor
Cuarenta minutos. Ese es el tiempo que Lula duró ayer como primer ministro del Gobierno brasileño. Tras la oficialización del nombramiento del exmandatario como ministro de la Casa Civil (Presidencia) en un acto en el palacio de Planalto de Brasilia, un juez paralizó cautelarmente la decisión de la presidenta Dilma Rousseff al entender que tiene como fin eludir una posible detención y escapar a la jurisdicción del implacable magistrado del caso Petrobras, Sérgio Moro.
El juez de Brasilia, Itagiba Catta Preta Neto, considera en su reso- lución que Lula, como primer ministro, tendría la posibilidad de “intervenir” ante la policía en beneficio propio y, de paso, acusa a la presidenta de un presunto delito contra la “probidad” en la administración pública.
Mientras organizaciones y partidos opositores anunciaron otros recursos para impedir el nombramiento de Lula, la imparcialidad del juez Preta Neto quedó en entredicho ante la dividida sociedad brasileña. El magistrado borró ayer de su perfil de Facebook varios comentarios y una foto donde se mostraba sonriente en la manifestación del domingo pasado en Brasilia que pidió la destitución de Rousseff. “Fuera Dilma”, escri- bió Preta Neto. “Ayude a derribar a Dilma y vuelva a viajar a Miami. Si ella cae, el dólar también caerá”, agregó.
La decisión de este juez vino precedida de horas de tensión en el país, que se iniciaron la tarde del miércoles cuando se confirmó que Lula sería nombrado ministro y, por supuesto, Rousseff no hizo referencia a que su decisión tuviera como finalidad principal conceder el aforamiento a su mentor. La presidenta destacó ese día que su predecesor es un “hábil negociador” y que su presencia “fortalece” su Gobierno, lo cual es cierto porque Lula puede ser la última carta del Partido de los Trabajadores (PT) para dar un giro a la política económica y para negociar con el fragmentado parlamento que debe decidir sobre el impeachment contra Rousseff.
Sin embargo, apenas unas horas después un pinchazo policial al teléfono de Lula fue difundido por el juez Moro, provocando indignación entre muchos brasile-
ESCUCHAS JUDICIAL ES Una grabación muestra que la designación de Lula buscaba evitar su arresto
PRIVACIDAD Rousseff presentará una denuncia por la divulgación de sus comunicaciones
ños, que espontáneamente se echaron a las calles de las principales ciudades hasta altas horas de la noche, provocando algunos incidentes con la policía.
En el audio, grabado media hora después de que Planalto comunicara el miércoles el nombramiento de Lula, se escucha cómo Rousseff llama a su predecesor para decirle que le envía el decreto de su asunción. “Úsalo sólo en caso de necesidad”, dice la mandataria, dando a entender que se lo mandaba por si en el ínterin entre ese momento y la toma de posesión oficial de ayer se producía un intento de detención en función de la solicitud de arresto presentada contra Lula por la Fiscalía de Sao Paulo y que Moro tenía pendiente de resolver.
Rousseff reaccionó con indignación por el hecho de que las comunicaciones de la presidenta hubieran sido divulgadas y anunció una denuncia mediante un co-
municado, mientras justificaba la conversación con Lula de una manera poco verosímil. Planalto insistió en que la intención de mandar el decreto a Lula era sólo por si el futuro ministro no podía acudir a la ceremonia de posesión.
Tras la divulgación del audio y las protestas de la noche en las calles, el acto de ayer se convirtió en un salto hacia adelante de Rousseff. Con un discurso muy duro, la presidenta volvió a justificar la conversación telefónica y habló de un intento de golpe de Estado, una retórica que Lula y el PT vienen usando desde que el exsindicalista fue detenido el 4 de marzo durante tres horas para ser forzado a declarar como sospechoso.
“Los golpistas no me van derrocar y no van a poner a nuestro pueblo de rodillas”, dijo Rousseff. “No van a tener fuerza política para provocar el caos y la confusión social”, añadió, antes de criticar a Moro, sin nombrarlo, y de defender la “presunción de inocencia” de Lula. “El combate a la corrupción tiene que ser realizado sin imposiciones de nadie”, indicó la mandataria.
“No hay justicia cuando las delaciones se vuelven públicas de manera selectiva para perjudicar a algunos investigados y cuando los procedimientos son convertidos en hechos espectaculares”, sostuvo Rousseff en referencia al mediático interrogatorio de Lula. “No hay justicia cuando los derechos constitucionales de la propia presidenta han sido violados”, dijo sobre la difusión del audio mientras ministros, funcionarios e invitados a la ceremonia se ponían de pie aplaudiendo para corear el nombre de Lula o jalear a Rousseff. No estuvo presente el vicepresidente Michel Temer ni ningún otro miembro del PMDB, el principal partido aliado, que se ha dado un mes de plazo para analizar su salida del Gobierno.
Moro respondió ayer a la presidenta mediante un comunicado desafiante. “Ni el mismo mandatario supremo de la República tie- ne un privilegio absoluto en el resguardo de sus comunicaciones”, indicó el juez, que aclaró que el pinchazo a Rousseff fue “fortuito” puesto que el investigado era Lula. Moro ya había explicado el miércoles que en el momento que se comunicó que el expresidente sería nombrado ministro, y que por tanto dejaba de tener jurisdicción sobre él porque pasaba a tenerla el Supremo, ordenó a la policía cesar las intervenciones telefónicas. Sin embargo, al parecer la orden llegó a los agentes tarde, casualmente después de la conversación entre Rousseff y Lula
La frustrada toma de posesión de Lula y los hechos que la precedieron no han hecho otra cosa que sumar intensidad en la particular escala Richter del terremoto institucional que vive Brasil. Un sismo en forma de choque de poderes que se prolongará mucho más de los cuarenta minutos que duró Lula en el cargo.