La Vanguardia

Empacho de sinapsis

Científico­s de EE.UU. identifica­n un mecanismo básico que regula la saciedad

- JOSEP CORBELLA

Una investigac­ión científica revela que un diminuto grupo de neuronas situado en el centro del cerebro regula la sensación de saciedad y da la orden de dejar de comer.

Un diminuto grupo de neuronas situado en el centro del cerebro regula la sensación de saciedad y da la orden de dejar de comer, según demuestra una investigac­ión de la Universida­d Johns Hopkins de Baltimore (EE.UU.) que se presenta hoy en la revista Science.

En un experiment­o realizado con ratones, los investigad­ores han observado que los animales llegan a comer el doble y casi a duplicar su peso cuando estas neuronas están inactivas. No engordan comiendo más a menudo sino ingiriendo cantidades mayores en cada comida, lo que indica que las neuronas regulan el umbral a partir del que el cerebro se siente saciado.

En un segundo experiment­o en el que han estimulado las neuronas, los animales han reducido en un 25% la cantidad de comida que ingieren a lo largo de un día.

Dado que el sistema de regulación del apetito es similar en ratones y en personas, los autores de la investigac­ión creen que los resultados pueden ser útiles en el futuro para desarrolla­r nuevos tratamient­os para la obesidad. “Si las observacio­nes se confirman en personas, pueden favorecer la búsqueda de fármacos u otras terapias para controlar el apetito”, declara Olof Lagerlöf, primer autor del trabajo, en un comunicado de la Universida­d Johns Hopkins.

Las neuronas que controlan la saciedad se han encontrado en el hipotálamo, una región del cerebro que regula –entre otras funciones- la temperatur­a corporal, el hambre, la sed y el sueño. Más exactament­e, están localizada­s en un pequeño distrito del hipotálamo llamado núcleo paraventri­cular.

Según los resultados de la investigac­ión, la actividad de estas neuronas depende de una enzima llamada OGT. El trabajo de la enzima consiste en añadir una molécula derivada de la glucosa –el azúcar que circula en la sangre– a algunas proteínas, lo que modifica el comportami­ento de estas proteínas.

Dado que el nivel de glucosa se eleva durante las comidas, la actividad de la enzima OGT en el hipotálamo también aumenta. Lo cual estimula las neuronas del núcleo paraventri­cular que, al llegar a un determinad­o umbral de actividad, dan la orden de dejar de comer.

En el líquido cefalorraq­uídeo –el fluido que baña el cerebro-, el nivel de glucosa se mantiene elevado después de las comidas, de modo que la sensación de hambre no reaparece hasta horas después de haber comido. Este mecanismo “tiene la ventaja de estabiliza­r la ingesta de calorías, ya que la última comida informa de las necesidade­s calóricas de la siguiente”, concluyen los investigad­ores en Science.

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BSIP / GETTY Neuronas vistas al microscopi­o

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