Los retoques a la reforma laboral francesa no paran la protesta
Nueva movilización estudiantil en preparación de la huelga del día 31
Decenas de miles de estudiantes, universitarios y bachilleres, volvieron a tomar las calles en las ciudades francesas, en la que fue la segunda jornada de precalentamiento (habrá una tercera el jueves que viene) ante la huelga general contra el proyecto de reforma laboral convocada por los sindicatos para el 31 de marzo.
Las protestas del día 9, que sumaron a sindicalistas, parados jubilados y estudiantes, asustaron un poco al Gobierno de Manuel Valls. El proyecto de ley, que reescribe 125 páginas del código de trabajo francés, fue descargado de algunos de sus aspectos más polémicos la semana pasada. El objetivo era separar de la temida protesta a los sindicatos más mansos, como la CFDT, lo que en parte se ha conseguido, pero el movimiento contestatario considera que el texto resultante “continúa disminuyendo los derechos e incrementando la precariedad, especialmente de los jóvenes”, señala su balance.
“Descentralización de la negociación colectiva a nivel de la empresa y debilitación de los convenios sectoriales, fragilización de los derechos adquiridos, aumento de las horas extraordinarias y facilitación del despido, son ejemplos de la regresión que se mantiene en el texto retocado”, estima.
Esta valoración es compartida por Pierre Gataz, el presidente de la gran patronal Medef, inspiradora directa del grueso de las medidas contempladas. “Hemos sido escuchados (por Valls) en las líneas rojas que formulamos, el combate será largo pero vamos a usar una estrategia “militar” de lobbismo”, anuncia el presidente en una nota confidencial a los di- rigentes de su organización publicada por el semanario Le Canard Enchaîné.
La protesta de ayer sacó a la calle a más estudiantes y paró más centros que la del pasado día 9, pero no fue muy masiva: 150.000 estudiantes, según el sindicato universitario UNEF y 69.000, se- gún la policía. Varias universidades fueron cerradas administrativamente.
El Gobierno estima que no hay indicios de contagio de la protesta al conjunto de la juventud, más allá de su núcleo izquierdista más activista. En Tours los estudiantes ocuparon la sede del Partido Socialista, en Rennes se ocupó la estación ferroviaria y se cortó el tráfico de trenes. Hubo manifestaciones grandes en París, con más de 10.000 manifestantes, en Toulouse, Marsella, Lyon y Clermont Ferrand, entre otras. Para el 31 de marzo en París se preparan ocupaciones permanentes de plazas y espacios públicos al estilo de la Puerta del Sol madrileña y se llama a la gente a venir con saco de dormir y gorro.
Es aún difícil estimar lo que todo esto puede dar de sí, pero hay un hecho incontestable. Bajo las pancartas contra “el gran salto adelante que nos lleva al Siglo XIX” que claman contra la precariedad, siguen brillando por su ausencia los sectores más pobres de la sociedad francesa, aquellos que en el 2005 incendiaron el extrarradio de las ciudades. La protesta contra el proyecto de ley laboral no ha llegado a las banlieues, las zonas que concentran la nueva pobreza del país y su más extrema fragilidad.
La protesta juvenil contra la precariedad no moviliza a su principal escenario: el extrarradio urbano