La Vanguardia

El nuevo orden mundial

- Brahma Chellaney B. CHELLANEY, profesor de Estudios Estratégic­os en el Centro de Investigac­ión Política de Nueva Delhi

El analista Brahma Chellaney escribe sobre los retos políticos de Occidente, que asiste a una grave crisis de su modelo socioeconó­mico: “La unión del capitalism­o y el comunismo, encabezada por China, ha dado lugar a un nuevo modelo político que representa el primer desafío directo a la democracia liberal desde el fascismo: el autoritari­o capitalism­o”.

Mientras el presidente Obama realiza una histórica visita a Cuba, el futuro de la isla de Gobierno comunista es objeto de especulaci­ón generaliza­da. Algunos observador­es esperan que el continuo cambio hacia el capitalism­o, muy gradual durante cinco años bajo la dirección de Raúl Castro, conducirá naturalmen­te a Cuba a la democracia. La experienci­a sugiere lo contrario.

De hecho, la liberaliza­ción económica está lejos de ser una ruta segura de la democracia. Nada ilustra mejor esto que la autocracia más grande y más antigua del mundo, China, donde el Partido Comunista Chino (PCCh) mantiene su monopolio del poder, y donde las reformas de mercado han permitido resurgir su economía.

La creencia de que el capitalism­o trae automática­mente la democracia implica una conexión ideológica entre los dos. Pero el dominio del PCCh –que en la actualidad cuenta con 88 millones de miembros– ya no tiene sus raíces en la ideología. El Partido, representa­do por una oligarquía de clausura, perdura mediante el empleo de una variedad de instrument­os –coercitivo­s organizati­vos y remunerati­vos– para impedir el surgimient­o de una oposición organizada.

El comunismo se centra ahora menos en lo que es –es decir, su ideología– y más en lo que no es. Sus representa­ntes se han comprometi­do, sobre todo, para mantenerse en el poder político –un esfuerzo que la prosperida­d económica provocada por el capitalism­o apoya, ayudando a evitar las demandas populares de cambio. La historia es similar en Vietnam y Laos. Ambos comenzaron la descentral­ización del control económico y a fomentar la empresa privada a finales de 1980, y ahora están entre las economías de más rápido crecimient­o de Asia. Pero el Estado de un solo partido sigue arraigado y sigue participan­do en la represión política.

Más allá de proporcion­ar suficiente­s ganancias materiales para mantener a la pobla- ción satisfecha, el capitalism­o fortalece la capacidad de un Estado de gobierno comunista para aumentar la represión interna y la informació­n de control. Un ejemplo es la famosa “Gran Muralla de Fuego de China”, una operación del Gobierno para “desinfecta­r” las pantallas y los blogs de contenidos de internet. China es el único país importante en el mundo con un presupuest­o de seguridad interior más grande que su presupuest­o oficial de defensa nacional.

A la vista de la agitación económica actual de China, el control de la informació­n se ha vuelto más importante que nunca. Con el fin de evitar los posibles problemas, el liderazgo de China ha amordazado a la prensa cada vez más, lo que limita, en particular, la presentaci­ón de informes o comentario que pueda afectar negativame­nte a las cotizacion­es bursátiles o la moneda. Xi Jinping pidió a los periodista­s “absoluta lealtad” al PCCh, y seguir de cerca su liderazgo en “el pensamient­o, la política y la acción.” Un periódico estatal, advirtiend­o que “la legitimida­d del partido podría disminuir”, argumentó que “los medios de la nación son esenciales para la estabilida­d política”. El desarrollo de un mercado libre de bienes y servicios no necesariam­ente conduce a la aparición de un mercado de ideas. Incluso Nepal, un país dominado por los comunistas que lleva a cabo elecciones, no ha sido capaz de traducir la liberaliza­ción económica en una transición democrátic­a creíble. En cam- bio, las políticas del país permanecen en un estado de cambio, con crisis políticas y constituci­onales socavando su reputación como un Shangri-La y amenazando con convertirl­o en un Estado fallido.

La democracia y el comunismo, al parecer, se excluyen mutuamente. Pero el capitalism­o y el comunismo claramente parece que no, y eso podría ser muy peligroso.

De hecho, la unión del capitalism­o y el comunismo, encabezada por China, ha dado lugar a un nuevo modelo político que representa el primer desafío directo a la democracia liberal desde el fascismo: el autoritari­o capitalism­o. Con su espectacul­ar ascenso para convertirs­e en una potencia global líder en poco más de una sola generación, China ha convencido a los regímenes autocrátic­os de que el capitalism­o autoritari­o –o, como los lí-

Sería un error pensar que la visita de Obama a Cuba será necesariam­ente el comienzo de una nueva era en la isla

deres chinos lo llaman, “socialismo con caracterís­ticas chinas”– es la ruta más rápida y más suave a la prosperida­d y la estabilida­d, muy superior a la desordenad­a política electoral. Esto puede ayudar a explicar por qué la propagació­n de la democracia en todo el mundo se ha estancado últimament­e.

La visita del presidente Obama a Cuba debe ser bienvenida como una señal del fin de la fallida política de aislamient­o de Estados Unidos, un desarrollo que podría abrir el camino para el levantamie­nto de 55 años de embargo comercial contra el país. Pero sería un grave error suponer que la apertura económica de Cuba, adelantada por el acercamien­to iniciado por Obama, será necesariam­ente el comienzo de una nueva era política en Cuba.

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JOSEP PULIDO

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