El cóndor pasa
Ganaderos y expertos discrepan sobre el cambio de comportamiento de esa ave
Un vídeo filmado por un ganadero en el que se observa una bandada de buitres devorando una vaca que aún está viva ha desatado la polémica sobre el cambio de comportamiento de estas aves carroñeras.
Las posiciones están enfrentadas como nunca. La chispa que ha vuelto a poner al buitre en el punto de mira ha saltado con la difusión de un vídeo filmado por un ganadero de Solsona en el que se observa como una bandada de buitres devoran una vaca que aún está viva. Ganaderos y sindicatos agrarios, como Unió de Pagesos, consideran que esta grabación es una nueva prueba del cambio de comportamiento de estas aves carroñeras, cada vez más descaradas y agresivas a la hora de buscar comida. Para los expertos en fauna y la administración las imágenes no revelan nada nuevo que ya no se supiera. Los buitres, aseguran estos últimos, siempre han aprovechado “el factor oportunidad” y si se acercan a un animal que aún esta vivo, lo hacen después de que otros carroñeros hayan empezado ya a devorarlo o cuando esa res está moribunda, sin capacidad de defenderse.
En el único punto que coinciden ambos bandos es el que se refiere a la actual salud de la que goza el buitre común en Catalunya y España. La colonia no para de crecer. “Sigue siendo una especie protegida, a pesar de que en estos momentos en ningún caso podemos hablar de que esté amenazada”, reconoce Ricard Casanovas, jefe del Servei de Biodiversitat i Protecció dels Animals. Ante esta realidad y el malestar de muchos ganaderos que consideran “hay demasiados buitres y eso les hace más fuertes en sus aproximaciones a las reses”, el sindicato Unió de Pagesos exige, a través de Ramon Comes –responsable del área de Fauna– “que se tomen medidas inmediatas para reducir esa colonia”.
Ricard Casanovas responde que esa medida no está, de momento, contemplada por la Generalitat. La administración considera que en ningún “momento puede hablarse de plaga” y estima que el número de ejemplares que actualmente hay en Catalunya (alrededor de 1.200 parejas censadas, cuando hace veinte años sólo eran medio centenar) “es razonable para este territorio”, añade Casanovas. El jefe del servicio de Biodiversidad matiza, sin embargo, que las actuaciones desplegadas en los últimos años en ningún caso están pensadas para favorecer el aumento de la colonia de buitres comunes. El objetivo del Govern “está ahora centrado en otras especies de la misma familia, como el quebrantahuesos o el buitre negro, que sí están seriamente amenazadas”.
Antoni Margalida, investigador de la Universitat de Lleida (UdL) y experto en el comportamiento de estas aves, afirma al respecto que “las poblaciones de la mayoría de aves se regulan en función de la disponibilidad de alimento y lugares apropiados para criar. Por tanto, el crecimiento poblacional del buitre leonado sugiere que hay suficiente comida y cortados rocosos de calidad para nidificar”. Margalida estima, asimismo, que “el papel que desempeñan los buitres es fundamental para el hombre. Sólo en España, que alberga el 95% de la población europea, hacen desaparecer más de nueve mil toneladas de biomasa animal”.
Este experto en fauna de la UdL puede comprender la percepción que tienen muchos ganaderos sobre ese cambio de comportamiento del buitre. Pero la considera errónea al matizar que lo único que está pasando “es que hay una mayor adaptación de esas aves a explotar cualquier recurso trófico”. Sí se ha podido comprobar, continúa Margalida, “que la distancia de huida se ha reducido y la presencia de ejemplares en vertederos ha aumentado”. Y también “que hoy los buitres aprovechan mucho más restos biomásicos insignificantes, como placentas tras el parto”. Todo ello explica “que la percepción del ganadero haya cambiado porque el incremento poblacional, la expansión geográfica de la especie y un mayor oportunismo han hecho interpretar que se han producido cambios comportamentales que han vinculado a los presuntos ataques”, concluye este experto.
Ricard Casanovas afirma, por su parte, que de las cincuenta y tres denuncias presentadas el pasado año por “ataques de buitres a ganado” sólo se consideraron cinco de esos expedientes “por positivos dudosos”. Para que la administración pague debe de probarse que el animal ha muerto por la intervención de los buitres y no por otras causas ajenas a la llegada de esos animales cuando su plato de comida está ya herido de muerte.
La colonia de esta especie carroñera está protegida, pero su buena salud hace que ya no esté amenazada