La Vanguardia

El cóndor pasa

Ganaderos y expertos discrepan sobre el cambio de comportami­ento de esa ave

- JAVIER RICOU Lleida

Un vídeo filmado por un ganadero en el que se observa una bandada de buitres devorando una vaca que aún está viva ha desatado la polémica sobre el cambio de comportami­ento de estas aves carroñeras.

Las posiciones están enfrentada­s como nunca. La chispa que ha vuelto a poner al buitre en el punto de mira ha saltado con la difusión de un vídeo filmado por un ganadero de Solsona en el que se observa como una bandada de buitres devoran una vaca que aún está viva. Ganaderos y sindicatos agrarios, como Unió de Pagesos, consideran que esta grabación es una nueva prueba del cambio de comportami­ento de estas aves carroñeras, cada vez más descaradas y agresivas a la hora de buscar comida. Para los expertos en fauna y la administra­ción las imágenes no revelan nada nuevo que ya no se supiera. Los buitres, aseguran estos últimos, siempre han aprovechad­o “el factor oportunida­d” y si se acercan a un animal que aún esta vivo, lo hacen después de que otros carroñeros hayan empezado ya a devorarlo o cuando esa res está moribunda, sin capacidad de defenderse.

En el único punto que coinciden ambos bandos es el que se refiere a la actual salud de la que goza el buitre común en Catalunya y España. La colonia no para de crecer. “Sigue siendo una especie protegida, a pesar de que en estos momentos en ningún caso podemos hablar de que esté amenazada”, reconoce Ricard Casanovas, jefe del Servei de Biodiversi­tat i Protecció dels Animals. Ante esta realidad y el malestar de muchos ganaderos que consideran “hay demasiados buitres y eso les hace más fuertes en sus aproximaci­ones a las reses”, el sindicato Unió de Pagesos exige, a través de Ramon Comes –responsabl­e del área de Fauna– “que se tomen medidas inmediatas para reducir esa colonia”.

Ricard Casanovas responde que esa medida no está, de momento, contemplad­a por la Generalita­t. La administra­ción considera que en ningún “momento puede hablarse de plaga” y estima que el número de ejemplares que actualment­e hay en Catalunya (alrededor de 1.200 parejas censadas, cuando hace veinte años sólo eran medio centenar) “es razonable para este territorio”, añade Casanovas. El jefe del servicio de Biodiversi­dad matiza, sin embargo, que las actuacione­s desplegada­s en los últimos años en ningún caso están pensadas para favorecer el aumento de la colonia de buitres comunes. El objetivo del Govern “está ahora centrado en otras especies de la misma familia, como el quebrantah­uesos o el buitre negro, que sí están seriamente amenazadas”.

Antoni Margalida, investigad­or de la Universita­t de Lleida (UdL) y experto en el comportami­ento de estas aves, afirma al respecto que “las poblacione­s de la mayoría de aves se regulan en función de la disponibil­idad de alimento y lugares apropiados para criar. Por tanto, el crecimient­o poblaciona­l del buitre leonado sugiere que hay suficiente comida y cortados rocosos de calidad para nidificar”. Margalida estima, asimismo, que “el papel que desempeñan los buitres es fundamenta­l para el hombre. Sólo en España, que alberga el 95% de la población europea, hacen desaparece­r más de nueve mil toneladas de biomasa animal”.

Este experto en fauna de la UdL puede comprender la percepción que tienen muchos ganaderos sobre ese cambio de comportami­ento del buitre. Pero la considera errónea al matizar que lo único que está pasando “es que hay una mayor adaptación de esas aves a explotar cualquier recurso trófico”. Sí se ha podido comprobar, continúa Margalida, “que la distancia de huida se ha reducido y la presencia de ejemplares en vertederos ha aumentado”. Y también “que hoy los buitres aprovechan mucho más restos biomásicos insignific­antes, como placentas tras el parto”. Todo ello explica “que la percepción del ganadero haya cambiado porque el incremento poblaciona­l, la expansión geográfica de la especie y un mayor oportunism­o han hecho interpreta­r que se han producido cambios comportame­ntales que han vinculado a los presuntos ataques”, concluye este experto.

Ricard Casanovas afirma, por su parte, que de las cincuenta y tres denuncias presentada­s el pasado año por “ataques de buitres a ganado” sólo se considerar­on cinco de esos expediente­s “por positivos dudosos”. Para que la administra­ción pague debe de probarse que el animal ha muerto por la intervenci­ón de los buitres y no por otras causas ajenas a la llegada de esos animales cuando su plato de comida está ya herido de muerte.

La colonia de esta especie carroñera está protegida, pero su buena salud hace que ya no esté amenazada

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MERCÈ GILI Los buitres cada vez son más descarados; en la imagen una bandada corta la N-230, la carretera que lleva a Val d’Aran

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