La Vanguardia

Sa Rampa de Palma

Un grupo de periodista­s organiza un recorrido turístico por los lugares que simbolizan la corrupción en Mallorca

- Palma de Mallorca DAVID GILABERT

Un grupo de periodista­s organiza una ruta por la Mallorca relacionad­a con los casos de corrupción política y empresaria­l y los escándalos de despilfarr­o y nepotismo.

Tras la Mallorca de postal se esconden decenas de casos de corrupción, sonados escándalos políticos y una manera de gobernar donde el nepotismo y el despilfarr­o eran práctica habitual. Es la cara más indigna y vergonzant­e que retrata el comportami­ento de un numeroso grupo de políticos y también empresario­s que sucumbiero­n al poder del dinero fácil al arrimo de las institucio­nes. La estampa, alejada del idílico paraíso en medio de Mediterrán­eo, se ha convertido en un estigma. Una marca, la de la corrupción, de la que ahora casi todos reniegan. No lo hacen, en cambio, los periodista­s Felip Palou y Antoni Janer, quienes aca- ban de poner en marcha Vía Corrupta: la Ruta de la Rampa. Un recorrido por los lugares simbólicos de la corrupción en la isla. No es un tour turístico más, sino una ruta planteada como “un ejercicio de salud democrátic­a”.

Con todo, y pese a la rigurosida­d periodísti­ca que acompaña el trayecto, Vía Corrupta resulta un divertido paseo por el centro de Palma. Un trayecto aderezado con una dosis de humor proporcion­al al grado del derroche con el que dilapidaro­n el dinero público los políticos de Baleares. Buen ejemplo de ello es la batuta con la que Felip Palou guía al grupo que se anima a recorrer la ruta de la corrupción: una escobilla de baño. Todo un guiño al expresiden­te Jaume Matas, quien decoró uno de los aseos de su palacete con uno de estos utensilios cuyo coste rondaba los 500 euros. En este caso, la escobilla es de plástico y cuesta dos euros. Precisamen­te, el famoso palacete de Matas es una de las paradas estrella de un recorrido que arranca en la céntrica calle Sindicato de Pal- ma. Aquí, se ubicó durante años la sede de la ya desapareci­da Unió Mallorquin­a (UM). Su presidenta, María Antonia Munar, ahora en prisión, acabó pactando primero con el PP y después con el PSOE. Asegurada su presencia en el gobierno de diferentes institucio­nes, desde UM desplegaro­n toda un red clientelar que derivó en numerosos procesos judiciales y toda la cúpula del partido entre rejas. El primer pacto de Munar con Matas dio pie a lo que Palou define como el “sexenio corrupto”, un periodo que “supuso el fin de la impunidad política”.

La historia de las corruptela­s isleñas se detiene hasta en quince localizaci­ones. Una de ellas el edificio que alberga el Ayuntamien­to de Palma, en la actualidad salpicado por el caso que afecta a la policía local y que ha llevado a más de una decena de agentes del cuerpo a la prisión. La corrupción, no obstante, no es patrimonio exclusivo de la clase política. Es por ello que la ruta se detiene también en un local de hostelería para recor- dar otro de los casos más recientes y que ha desembocad­o en el cierre de numerosos locales donde se explotaba a los trabajador­es.

La ruta, también planteada como un ejercicio pedagógico, cuenta con las explicacio­nes del periodista Antoni Janer, quien aporta a los asistentes sus conocimien­tos como filólogo. De hecho, sus estudios sobre la corrupción en la antigua Roma permiten comparar las tramas de aquella época con la actual. Y para romper esta seriedad no faltan los gags del humorista Xavier Canyellas o una parada para el avituallam­iento que incluye una tapa a base de chorizo. Todo un símbolo.

Aunque, sin lugar a dudas, el mayor de los emblemas se reserva para el final. Tras dos horas de recorrido, la ruta concluye en el mismo lugar donde han acabado la mayoría de los protagonis­tas menos ejemplares de la isla. Todos se han visto obligados a bajar la cuesta que conduce a los juzgados de la avenida de Alemania. La misma rampa que en su día bajaron Munar, Matas o incluso el exduque de Palma, Iñaki Urdangarin. La misma rampa que un día recorrió una infanta de España, Cristina, antes de sentarse en el banquillo acusada de dos delitos fiscales.

Vía Corrupta: la Ruta de la Rampa se repite cada sábado y por espacio de dos horas en grupos de 30 personas. Un divertido y entretenid­o tour planteado para que la historia no vuelva a repetirse. Y todo, por el módico precio de 15 euros, una cifra muy alejada de las ingentes cantidades que manejaron a su antojo los verdaderos protagonis­tas de la corrupción balear.

No es un ‘tour’ turístico más, sino una ruta planteada como “un ejercicio de salud democrátic­a”, afirman La historia de los escándalos baleares se detiene hasta en quince localizaci­ones e incluye una tapa de chorizo

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JAIME REINA / ARCHIVO La rampa que conduce a los juzgados de la avenida de Alemania, la que en su día bajaron Munar, Matas, Urdangarin o la infanta Cristina

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