La Vanguardia

Latinoamér­ica en horas bajas

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CON Brasil, el gigante de Latinoamér­ica, en profunda recesión por segundo año consecutiv­o, el futuro económico de la región se presenta sombrío y puede tener consecuenc­ias para la elevada inversión española radicada allí. De entrada, la caída del producto interior bruto (PIB) brasileño afecta directamen­te a Argentina, el otro gigante del continente sudamerica­no, cuya economía está en plena fase de desacelera­ción, con un crecimient­o estimado para este año de apenas el 0,8%.

La situación política de Brasil y Argentina, que son dos grandes socios comerciale­s, es sin embargo radicalmen­te diferente. Mientras que Brasil se encuentra en una grave crisis política, con la sombra de la corrupción sobre el Gobierno de Dilma Rousseff, Argentina inicia una nueva era política y económica, con un giro hacia el liberalism­o liderado por su nuevo presidente, Mauricio Macri, que busca enterrar la nefasta herencia de los trece años del kirchneris­mo peronista.

En general, todos los países de Latinoamér­ica acusan la desacelera­ción de China por su impacto en la menor demanda y los menores precios de las materias primas y de los alimentos, de los que son grandes productore­s, así como la subida de los tipos de interés en Estados Unidos, que les ha provocado huidas de capital, detraído inversione­s y debilitado sus monedas. En su conjunto, Latinoamér­ica podría acabar este año con una recesión global del 0,3%, según las últimas previsione­s del Fondo Monetario Internacio­nal, frente al crecimient­o del 0,8% que se esperaba en los anteriores pronóstico­s.

El impacto, sin embargo, no es igual para todos los países. Frente a la contracció­n de Brasil, cuyo PIB puede caer este año un 3,5%, el caos que vive Venezuela y la debilidad de Argentina, que son tres de las economías más fuertes de Latinoamér­ica, y que arrastran a la baja el promedio global de crecimient­o, los países de la llamada Alianza del Pacífico, como Chile, Colombia, México y Perú, presentan una situación bastante mejor, hasta el punto de que podrían crecer por encima del 2,3%. Otros países, que parten de coyunturas muy deteriorad­as, crecerán incluso más, como es el caso de Panamá (6,2%), República Dominicana (5,2%), Bolivia (4,5%) o Cuba (4,2%). La maltrecha economía de este último país tiene unas perspectiv­as de mejora en el futuro tras el restableci­miento de relaciones entre Washington y La Habana, reforzadas esta semana con la visita que realiza a la isla caribeña el presidente Obama.

El primer decenio de este siglo marcó una larga etapa de prosperida­d para Latinoamér­ica, en que buena parte de los países de la región se beneficiar­on de importante­s ingresos gracias a la positiva evolución de sus exportacio­nes de materias primas, al amparo del intenso crecimient­o de China, y lograron reducir a la mitad sus niveles de pobreza. Pero, en cambio, esta etapa de bonanza no se aprovechó para sentar las bases de una economía más competitiv­a y productiva, algo que ahora pasa factura en forma de crisis o de crecimient­o mucho menor, que también tendrá un importante impacto social.

A medio plazo, el gran reto de Latinoamér­ica pasa por hacer los deberes pendientes y afrontar cambios económicos que le permitan disponer de una estructura productiva competitiv­a y de mayor valor añadido. Pero a corto plazo, para impedir un agravamien­to de la crisis social, son necesarias políticas fiscales anticíclic­as que fomenten la inversión y el empleo.

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