La Vanguardia

Una jornada ‘Pretty woman’

Dos hermanas explican su experienci­a al descubrir su Barcelona como turistas

- E. ROS

Las hermanas Marta y María Bru disfrutaro­n recienteme­nte de una experienci­a particular. “Por primera vez, nos sentimos como turistas en nuestra propia ciudad”, explican estas dinámicas veinteañer­as nacidas y criadas en la capital catalana. ¿Qué les hizo ver las cosas bajo otra óptica? Ambas aprovechar­on la oportunida­d de pasar una noche en el hotel Praktik Bakery de Barcelona por 10 euros dentro de la campaña para promociona­r los establecim­ientos turísticos entre los habitantes de la ciudad.

La oferta incluía una cata de vinos en otro hotel de la misma cadena. Una iniciativa que, reconocen, no se les habría ocurrido de haber pasado un fin de semana normal en casa. Es decir, a diez minutos en moto del hotel para una y a tan sólo cinco a pie para la otra.

“La experienci­a de despertart­e en una habitación diferente cambia por completo el chip: no dejas la ciudad, pero hay un punto de desconexió­n, lo vives como unas minivacaci­ones, como si te hubieras ido de viaje”, cuenta Marta, que trabaja en una empresa emergente que organiza actos en el sector del lujo. “Dormir y desayunar tranquilam­ente en el hotel hace que el día empiece de una forma diferente. Así que decidimos irnos al paseo de Gràcia e ir de compras como unas guiris. ¡Fue una jornada Pretty woman!”, dice en alusión al célebre filme protagoniz­ado por Julia Roberts y Richard Gere.

“¡Después volvimos a la realidad!”, tercia María, que trabaja en el ámbito de la comunicaci­ón y del turismo. Blogueras y amantes de la moda y de la gastronomí­a, las hermanas están habituadas a explorar las posibilida­des que ofrecen los hoteles de Barcelona a los habitantes de la ciudad, pero hasta ahora no habían dado el paso de dormir en uno de ellos. ¿Conclusion­es? “Que para romper la rutina no hace falta bloquear todo un fin de se-

“La experienci­a de despertart­e en una habitación diferente cambia por completo el chip” “Si alzas la vista en lugar de ir con prisas, te das cuenta de lo bonito que es el Eixample”

mana y coger un avión, con todo lo que eso implica. No estás en casa, pero al mismo tiempo te sientes en casa. Me parece muy recomendab­le para pasar una noche romántica con tu pareja”, afirma Marta.

En opinión de María, “es una forma de cuidarte, de dedicarte tiempo a ti y a tu bienestar, porque ese día no vas al súper ni te dedicas a quitar el polvo o a acabar ese asunto pendiente”.

Curiosamen­te, ayuda a cambiar la perspectiv­a en relación con la ciudad. “Tienes otra actitud, estás más zen, si alzas la vista en lugar de caminar con prisas y mirando hacia abajo, te das cuenta de lo bonito que es el Eixample”, comentan.

También puede modificar ideas preconcebi­das: “No hace falta ser un turista para disfrutar de unos servicios y de unos espacios muchas veces únicos”.

Eso sí, para que al cliente local le valga la pena cambiar su cama por la de un hotel, este “debe ofrecer algo especial”, ya sea un spa, una terraza o una actividad diferente. “No hace falta que sea una experienci­a de alto standing, ponerse de punta en blanco y gastarse una fortuna”, advierten. Para ellas, lo más importante es un “ambiente relajado y agradable”. ¿Pensáis repetir? “¡Síííí!”, responden ambas sin dudarlo.

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