Las dos caras
OBC Intérpretes: Nikolai Didenko, bajo. Cors Madrigal, Lieder Camera, Jove y Orfeó Català Lugar y fecha: L’Auditori (20/III/2016)
Dos caras de la moneda en este con- cierto dirigido por el titular de la OBC, que además lo es de la Sinfónica de Tokio y de la Ópera de Lyon. Viene poco por Barcelona y seguramente dejará instrucciones para el trabajo cotidiano, aunque no creo que en unos ensayos llegue a conocer el estado de una orquesta que necesita muchos ajustes y que no sólo cambia de concertino cada semana sino también de músicos; algo notorio especialmente en la cuerda en que es necesario trabajar a fondo la homogeneidad del sonido.
El director Ono cerrará temporada con la Misa de Britten, de agradecer, como se agradece esta versión de la Sinfonía n.º 13 de Shostakóvich, alegato por la libertad y la humanidad, e implacable contra el antisemitismo y el oscurantismo. Hacía falta, y sobre todo en una interpretación bien trabajada, con buen desempeño de la orquesta y los coros masculinos que coordinó Mireia Barrera. Cantaron con carácter, siguiendo la magnífica dicción y el relato cantado del protagonista, el bajo Nikolái Didenko, que encarnó el espíritu de la obra que exhibe además una estupenda orquestación.
El inicio del programa con la Sinfonía n.º 39 de Mozart fue la otra cara de la moneda. Una orquesta más pequeña, naturalmente, y con grandes desajustes. Sorprendentes a veces en los primeros violines, sobre todo en el comienzo del andante, y una sección de violoncelos desangelada. El trabajo del director fue muy pobre, con dinámicas de forte y piano sin intencionalidad ni acentos, y como resultante una planicie, con fuerte predominio de trompas y trompetas generando falta de ba- lance. No sé si el director conoce las condiciones acústicas de esta sala en la que determinados instrumentos proyectan con notoriedad. Si miramos el perfil instrumental de esta sinfonía, todos son como mínimo de tiempos de Mozart. Cuerdas, clarinetes, flauta y fagot no cambiaron demasiado su sonido original, aunque sí –ya le preocupaba al mismo Wagner para su música– trompas y trompetas actuales de válvulas, y si no se cuida, el desequilibrio está garantizado. Pero tampoco Ono dio en la clave del fraseo –salvo en la estupenda frase de clarinetes– , que resultó tedioso. Veremos.