Jaque sin mate
El barcelonismo de hace unas décadas es posible que realizara un análisis negativo del empate de ayer. Se incidiría en que el equipo había desperdiciado una gran oportunidad de poner más tierra de por medio, se haría sangre de la relajación del Barcelona al principio de la segunda mitad y aparecerían no sé cuántos fantasmas. Ahora quien más quien menos hará una valoración positiva. La racha de encuentros sin perder sobrevive un día más, el líder pun- tuó allá donde sus más enconados rivales se fueron de vacío, la renta con el segundo clasificado crece con una jornada menos por jugar, Suárez no vio ninguna amarilla y no se perderá por sanción el duelo ante el Madrid, y esta vez hasta no se falló ningún penalti...
Esta lectura tiene mucho valor, aunque siempre quede el regustito de que una victoria habría sido casi el jaque mate a la Liga y habría permitido encarar con más colchón el clásico del 2 de abril y la eliminatoria de la Champions contra el Atlético. Pero el Barça funciona mejor en su versión parchís, la de ir devorando fichas del rival y con- tando veinte casillas, que en los movimientos fríos y más retorcidos del ajedrez. Especular, ni que sea con el balón, y dejar que pase el reloj nunca ha sido una de las virtudes del Barcelona en ninguna época y en esta tampoco, por mucho que el conjunto de Luis Enrique sepa lucir ahora distintos pelajes.
Hablando del entrenador los cambios no le dieron el resultado esperado porque fue salir Mathieu y Alves y llegar los goles del rival. Pero su decisión de sustituir a Piqué y Arda, ambos con tarjeta y con un árbitro de gatillo fácil, fue sensata. Es la que habría tomado la mayoría en ese momento.