Premio a una valentía obligada
¿Bien está lo que bien acaba? Buenos son los 13 puntos de los 18 últimos posibles y esta sufrida victoria que acabó mereciendo y le deja muy cerca de la tranquilidad definitiva, ya con bastantes equipos por debajo. Sin embargo... Que Prieto ofreciera una nueva, y muy grave, muestra de la manifiesta incapacidad de los árbitros para hacer su trabajo (penalti probable y roja segura al limbo con 0-0) y que sus despistados ayudantes se inventaran más de un fuera de juego de Gerard Moreno no exime al Espanyol de sus propias culpas. Que nacieron antes del partido, al convertir el dibujo (4-1-4-1) que otros días fue positivo en un sistema inexplicablemente temeroso, al regalar el balón al contrario dejando como única opción de avanzar un contraataque muy complicado en la práctica por la enorme distancia que había entre el único delantero y cualquiera de sus compañeros.
La mejor prueba de que era una equivocación fue el cambio de actitud tras encajar el gol. Uno más, por cierto, regalado en un fallo defensivo. ¿A quién se le ocurre intentar controlar el balón en el área pequeña propia? Lo que no era bueno con el 0-1 tampoco debía valer con el 0-0, al menos si de lo que se trataba era de ganar y no de racanear. Y ni siquiera así, porque la probada debilidad defensiva del equipo aconseja tener el balón lo más lejos posible de Pau López.
Obligados a utilizar el plan B, los españolistas sacaron a relucir la valentía que se había echado de menos de entrada, el balón se instaló más en el campo visitante y el gran primer cuarto de hora del segundo tiempo tuvo premio, después de tres ocasiones en tres minutos, con un gol en un córner (contra todo pronóstico, dado el rival) y otro en un contraataque de los de verdad: con cinco jugadores, no uno solo, como la quimera de antes.