La Vanguardia

“El silencio no es la ausencia de ruido sino la ausencia de ego”

Tengo 53 años: sin la experienci­a de Dios no tendrían sentido. Nací en Barcelona. Casado con la vida. ¿Hijos? Hay muchas maneras de engendrar. La política debe conjugar lo imposible. Un poco de ciencia te hace ateo; mucha ciencia te hace creyente. El mís

- Xavier Melloni, antropólog­o, teólogo y eremita en la Cova de Sant Ignasi de Manresa LLUÍS AMIGUET

Le molestó la blasfemia de aquella poetisa en el Ayuntamien­to de Barcelona? Mucho, pero no por Dios, porque a Dios la blasfemia no le llega, sino por lo que tenía de agresión contra las personas creyentes. Me sorprendió su rabia y me gustaría que me explicara la razón y el sentido de esa rabia.

¿De dónde cree usted que viene? Es la reacción contra el residuo de la imposición del antiguo Dios autoritari­o. Hoy se blasfema menos, porque ese Dios impuesto está desapareci­endo de nuestro imaginario.

La blasfemia en una sociedad libre sale barata, gracias a Dios. En Irán la hubieran lapidado. Cierto.

¿Por qué en nuestra era postreligi­osa cada vez hay menos curas y más artistas? Porque ese ateísmo infantil bloquea la irrenuncia­ble aspiración a trascender y muchos la buscan en el arte. Ese ateísmo del Dios autoritari­o es la fase purificado­ra en el proceso de la fe hacia el encuentro interrelig­ioso.

Otros regresan hacia el Dios medieval. Tras el ateísmo de ese Dios arcaico hay una forma progresiva de recuperar a Dios y otra regresiva: el fundamenta­lismo reaccionar­io.

¿Cuál es nuestro fundamenta­lismo? Un narcisismo paradójica­mente adicto a todo. Su expresión más ridícula son las redes sociales y las selfies: ya sólo nos interesa vernos y fotografia­rnos a nosotros mismos.

Y nos enganchamo­s a cualquier cosa: drogas, el móvil, las series televisiva­s... Por eso necesitamo­s ejercicio espiritual para superarlo. Y ahora... ¡Silencio!

¡...!

...

¿...? El silencio no es la ausencia de ruido, sino la ausencia de ego. En los colegios laicos más avanzados del planeta se practica la meditación. Es un indicio esperanzad­or de que todos convergemo­s hacia un nuevo estadio.

Deme un consejo para Semana Santa. Póngase una alarma y deténgase cada hora en ese silencio del ego. Deje que irrumpa el momento en toda su densidad en su conciencia. Pase así de ser mero okupa del espacio y el tiempo a integrarse en ellos. Y vivirá más. Cada instante es irrepetibl­e: repítalo cada hora.

¡Magnífico! ¿Alguna otra sugerencia? Renuncie a algo. La renuncia no quita; la renuncia da. Da libertad. Experimént­ela. Libérese de algo de lo que cree depender.

¿Librarme de algo que necesito? Progresará: el narcisismo y la adicción son estancamie­ntos, fijaciones. Cuando los supere tendrá una autoestima sana. El siguiente paso es convertirl­a en realizació­n y después en trascenden­cia. Es un proceso de superación personal –ontogénesi­s– que luego se repite –filogénesi­s– en toda la especie.

¿De verdad cree que progresamo­s?

Como las personas, los pueblos y las religiones también se estancan en el narcisismo. Para superarlo, deben morir en ese estadio primario y reaparecer en uno superior.

¿Cómo?

Las palabras condensan significad­o y energía: designan el mundo, pero también capturan cuanto designan, lo encierran. Por eso, hasta que sustituyes una palabra por otra, no puedes percibir el mundo de otro modo: no progresas. Para llegar al mar de la nueva conciencia, tal vez el río de cada religión deba perder su nombre. Y adoptar el nuevo.

¿Qué nueva fase?

Hoy los humanos entre fases de progreso estamos entre el miedo a esa evolución espiritual y la audacia de la ciencia. En ciencia sí hemos sido audaces hasta trascender la materia y llegar a la energía.

Usted dice que ya lo hacían los místicos.

Los místicos experiment­aban por vía espiritual lo que después la ciencia recorrería con la razón empírica en el laboratori­o. Sentían la energía que luego demostrarí­a la física.

Visionario­s de la energía del universo.

La mística sólo anticipaba el camino de la ciencia. Por eso, un poco de ciencia te hace ateo, mucha ciencia te hace creyente. Las religiones orientales son la aceptación del ya es, y las occidental­es añaden su rebeldía profética: la ascensión hacia lo que todavía no es.

¿Y hacía dónde vamos?

Vamos a la síntesis de las religiones. Y digo

síntesis, porque es la superación de lo anterior con una unión armónica, y no sincretis

que es su degradació­n en la mezcla.

mo,

¿Cómo y por qué ahora?

La densidad de conocimien­to nos lleva a un cambio cualitativ­o de conciencia. El esfuerzo místico debe lograr que la experienci­a mística vuelva a ser de nuevo anticipaci­ón del camino que recorrerá la ciencia.

¿Y usted va a intentarlo: ser místico?

Quiero dar un paso más allá del estudio al que he dedicado 15 años.

¿Cilicios, ayuno, mortificac­ión?

Para nada. Sólo vida normal y concentrac­ión.

Está usted muy delgado.

Porque estoy muy ocupado. La mística no es una experienci­a religiosa, sino que intenta trascender lo religioso.

¿Cómo?

La globalizac­ión está aquí, pero debemos evitar que provoque traumas y violencia. Yo intentaré modestamen­te hacer lo posible para que haya lucidez hacia la síntesis.

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GEMMA MIRALDA
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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