El sector de la pesca español es uno de los más potentes de Europa, y tiene el reto de ser aún más sostenible en el futuro
Organizaciones ecologistas como Greenpeace piden que se fomente la pesca artesanal para solucionar algunos de los problemas actuales, como la reducción de puestos de trabajo, el peligro de desaparición de algunas comunidades rurales y la destrucción de lo
España es líder industrial en la Unión Europea en productos de pesca, con el 16% de la producción, según datos de la memoria de 2015 de Cepesca, la Confederación Española de Pesca. Su flota
de 9.586 barcos es la más importante de la UE en cuanto a capacidad, ocupa el tercer lugar en número de buques –superada por Grecia e Italia– y es “actualmente una de las más sostenibles del mundo”, según Cepesca. Además, emplea a casi treinta y seis mil tripulantes, el 30% de la población pesquera de la UE, a lo que se añade el empleo indirecto que crea el sector.
Sin embargo, queda mucho camino por recorrer hacia la sos
tenibilidad del sector, según las organizaciones ecologistas. En el informe Empleo a bordo, de 2013, Greenpeace analiza su impacto socioeconómico y medioambiental, y concluye que “el modelo pesquero español actual, que se ha configurado a partir de la reducción de la flota y del aumento de la capacidad pesquera de los barcos de mayor tamaño, ha tenido un alto coste en términos de empleo y de sostenibilidad social, especialmente para la pesca artesanal”, donde se han visto reducidos el empleo y las rentas de los trabajadores. El docu- mento apunta que, si se sigue con el modelo actual, y teniendo en cuenta la destrucción de empleo en el sector de las últimas tres décadas, en 2024 se habrían perdido 14.000 puestos de trabajo.
El informe añade que, a pesar
de la gran tradición histórica del sector en España y de su potencia económica a nivel europeo, “desde un punto de vista ambiental, está atravesando graves problemas, que acaban manifestándose en una notable y continua reducción de las poblaciones de peces y en la destrucción de los fondos marinos”, lo que redunda en una disminución de las capturas, una importante reducción del
número de empleos y un empeoramiento de las condiciones de
vida de las personas que viven de la pesca, especialmente de las que trabajan en el sector de la pesca artesanal, que se caracteriza por su sostenibilidad ambiental y social, ya que supone el 77% de la flota
en España, según esta ONG. Por ello, desde Greenpeace abogan por un modelo pesquero sostenible tanto en el ámbito económico como en el medioambiental, y destacan la contribución de la pesca
artesanal a la sostenibilidad social y a la supervivencia del mundo rural, porque supone “la base de las pequeñas iniciativas económicas, que, en muchos casos, constituyen el único tejido productivo de las zonas rurales pesqueras”.
Por todo ello, el informe apunta que una inversión de 2.725 millones
de euros en los próximos diez años en pesca artesanal y sostenible, en detrimento de la industrial, crearía más de sesenta mil empleos netos y un aumento de la producción.
Limitar la pesca de altura
Dinero que se destinaría al mencionado apoyo a la pesca artesanal, a la eliminación de las artes destructivas, como la pesca de
arrastre, que representa el 11% de la flota total del país, a la ampliación de la red de reservas marinas –apenas el 1% de la superficie marina del país está protegida– y a la conversión de la pesca de altura en sostenible, limitando el número de barcos que la practican, por ejemplo. También a una reducción del creciente número de explotaciones de acuicultura, que usa pescado salvaje para alimentar a las especies de cría o engorde.