La Vanguardia

Una amiga en medio de la tragedia

Una catalana acompañó a una familia italiana, a la que no conocía de nada, desde el aeropuerto hasta Tortosa

- TONI MUÑOZ Barcelona

Cristina, llora tú por mí porque a mí ya no me quedan lágrimas”. Son las palabras que ayer le decía Giuletta, la madre de una de las chicas italianas fallecidas en el accidente en Freginals, a Cristina, una mujer catalana que había conocido horas antes en el avión y que se convirtió en su ángel de la guarda durante el momento más difícil de su vida.

Cristina, al igual que el matrimonio Gerardo y Giuletta, se dirigía a Barcelona para pasar la Se- mana Santa. Cristina volvía a casa, mientras que el matrimonio italiano iba a la ciudad para disfrutar de las vacaciones junto a su hija Valentina, que les había reservado un apartament­o turístico. La espera en el avión se hizo eterna. La huelga de controlado­res franceses retrasó casi dos horas la salida del vuelo desde Florencia a pesar de que todos los pasajeros ya estaban sentados en el avión. Durante ese tiempo de espera en el que se acostumbra a consultar el móvil para matar el tiempo, Cristina oyó cómo el matrimonio italiano de unas filas más atrás empezó a preguntars­e en voz alta si su hija iba en ese autocar que volvía de Valencia. “Nuestra hija había ido a las Fallas y todavía no ha llamado”, comentaron con evidente preocupaci­ón.

Cristina, que habla perfectame­nte italiano, se acercó a ellos para ofrecerles ayuda. Los padres le contaron que Valentina, desde que en septiembre se marchó de Erasmus a Barcelona, nunca se había ahorrado ninguna llamada y pensaban que después de volver de las Fallas tampoco lo habría hecho. A no ser que le hubiera pasado algo.

Cristina cogió el teléfono y contactó con el número de emergencia­s de la Generalita­t para recabar informació­n. La respuesta fue que se desplazara­n hasta el hotel Corona de Tortosa. Allí les podrían dar más noticias sobre el estado de la chica. También llamó a cuatro hospitales de la zona que le dijeron que Valentina tampoco estaba allí. Cristina no lo dudó y se comprometi­ó a llevarles con su coche hasta Tortosa. Después de un vuelo angustioso de dos horas, cuando aterrizaro­n en El Prat, sobre las cuatro, Valentina no se presentó. “Nos dijo que nos vendría a buscar al aeropuerto”.

Una pareja italiana iba a Barcelona para pasar las vacaciones con su hija, fallecida en el accidente

De camino a Tortosa con Cristina al volante, los padres hablaban con orgullo de su hija. Estudiaba Economía para entrar algún día en el mundo de la moda. La describían com una chica alegre y muy responsabl­e mientras le enseñaban las fotos que les había mandado desde las Fallas de Valencia, unas horas antes del accidente. Era una enamorada de Barcelona y veía en la ciudad un sitio donde echar raíces. Quería aprender rápidament­e el castellano y rechazó compartir piso con un grupo de italianas. Durante las vacaciones de Pascua se quedó sola en el piso porque sus compañeras de Bilbao volvieron a casa y fue por eso que Valentina decidió unirse a otras italianas para ir a la Nit del Foc de Valencia.

Durante el trayecto, Cristina decidió cambiar de tema y hablar de fútbol para desviar la atención de esos padres necesitado­s de noticias de su hija. “Hicimos todo el viaje pensando que cuando llegáramos a Tortosa Valentina estaría viva. Incluso me decían que en verano me invitarían a la playa e iríamos todos juntos, Valentina incluida”. Sin embargo, en Tortosa sucedió todo lo contrario. Fueron la primera familia en llegar al hotel Corona y el president Carles Puigdemont fue el encargado de recibirles. Con la traducción de Cristina, Gerardo y Giuletta preguntaro­n por su hija. Buscaron en la lista de supervivie­ntes y en la de heridos y allí no estaba. Puigdemont palideció y el cónsul de Italia bajó la mirada. No hacía falta traducción. “La faccia del presidente me l’ha detto tutto” (la cara del presidente me lo ha dicho todo), gritaba desconsola­da la madre mientras la dirigían a una de las habitacion­es destinadas a las familias de las víctimas.

Faltaba lo más duro. El reconocimi­ento del cadáver. “Dieron dos posibilida­des. Identifica­rla con una foto o verla en directo”, explica Cristina. Escogieron la segunda opción. “É lei. É la nostra” (Es ella. Es la nuestra), informó el padre destrozado tras la visita al instituto forense.

Cristina es Cristina Cubero, periodista de Mundo Deportivo que estuvo toda la noche con la familia de Valentina hasta que otros afectados por la tragedia llegaron al hotel de Tortosa y pudieron hacerse compañía y llorar juntos. Hasta ese momento no se separó de ellos. “Es un ángel que hemos encontrado y ya es de nuestra familia”, la presentaba­n a los que iban llegando.

“Al menos se fue muy feliz en la ciudad que quería”, se consolaban los padres. Ahora, lo único que desean las familias de las víctimas como la de Valentina es volver cuanto antes con sus hijas y darles sepultura en su país de origen.

“La cara del presidente (Puigdemont) me lo ha dicho todo”, cuenta la madre de una víctima Las familias desean regresar a casa rápidament­e y dar sepultura a sus hijas

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Mateo Renzi y Carles Puigdemont conversan en la pista del aeropuerto de Reus
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XAVI JURIO / AEP
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Economía), Valentina Gallo (22 años, Economía), Francesca Bonello (24 años, Medicina), Elisa Scarascia (22 años, Medicina), Serena Saracino (22...
Las víctimas italianas (de izquierda a derecha). Elisa Valent (24 años, Medicina), Lucrezia Borghi (22años, Economía), Valentina Gallo (22 años, Economía), Francesca Bonello (24 años, Medicina), Elisa Scarascia (22 años, Medicina), Serena Saracino (22...
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