La Vanguardia

El conductor, en la UCI por una lesión pulmonar que se hizo con el cinturón

- MAYKA NAVARRO Barcelona

En varias ocasiones junto al autocar siniestrad­o, médicos del servicio de emergencia­s preguntaro­n al conductor si necesitaba algo, si se encontraba bien. “Estoy bien. No se preocupen por mí”, repetía. En ese momento el único dolor que sentía el hombre era el del alma, y no era consciente del impacto en el pecho que había sufrido por el tirón del cinturón de seguridad que le presionó el pecho, pero le salvo la vida.

Los Mossos d’Esquadra decidieron retirarle del lugar del accidente y lo trasladaro­n a la comisaría de Tortosa. No pudo declarar. Sufrió un ataque de ansiedad y fue asistido por un psicólogo. Más tarde llegó un abogado de oficio y le aconsejó guardar silencio. Estaba imputado por 13 delitos de homicidio imprudente y lesiones.

Para entonces el hombre ya había dicho que perdió el control del vehículo. Que en algún momento debió de cerrar los ojos en esa recta infinita que parece no tener final. Una cabezadita inconscien­te. Cuando recuperó la visión sobre el asfalto, el autocar estaba circulando sobre el arcén. La maniobra al volante para recuperar el control fue tan violenta que el autocar se cruzó sobre la mediana y volcó por el desnivel. Los Mossos le dejaron en libertad, con cargos y le aconsejaro­n dormir en la zona, porque a las diez de la mañana tenía que presentars­e ante la juez de Amposta.

El hombre empezó a encontrars­e mal por la noche. Le dolía el pecho y respiraba con dificultad. Le hicieron una radiografí­a y al ver las lesiones en el pulmón, quedó ingresado en la unidad de cuidados intensivos del hospital Verge de la Cinta de Tortosa. Su estado es grave, pero los médicos no temen por su vida.

Pese a su expediente intachable, como anoche volvió a recordar a este diario Raúl López, el hijo del dueño de la empresa de autocares, el conductor cerró los ojos frente al volante. Junto a los otros cuatro chóferes salió de Barcelona el sábado a la siete de la mañana y llegaron a Valencia a mediodía. El autocar, con apenas tres años de antigüedad y a la última en sistemas de seguridad, tiene habilitada una litera para que duerma el conductor. “Al llegar a Valencia se quedó en su autocar, como el resto de los conductore­s. Entendemos que algo durmió porque sabía que a las tres de la madrugada se ponía en marcha de nuevo”, explicó Raúl López.

¿Quizás fue una cabezadita? “No hemos podido hablar con él, sólo con su hija, pero por lo que le conozco y por lo responsabl­e que siempre ha sido, si hubiera sido consciente de que se dormía, estoy seguro de que se habría detenido en el arcén”, insiste. Quizás el hombre no fue consciente de que cerraba los ojos.

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