La Vanguardia

Condado del Jaruco

Hace 50 años la Volta era un escaparate de patrocinad­ores locales

- Calella

En 1966 la Volta se disputaba en septiembre. Con la misma ilusión que ahora, pero en unas condicione­s muy distintas. Cincuenta años después es la misma carrera, pero el cambio es enorme.

La Volta de 1966 era una carrera que ahora nos puede parecer pequeña, pero que ya tenía un merecido prestigio. En aquella edición tomaron parte 64 corredores (ahora son casi doscientos) y el gran interés antes de la salida era si podría participar Jacques Anquetil, que ya había conquistad­o cinco veces el Tour. Resulta que la UCI había sancionado a seis ci- clistas (Anquetil, Motta, Poulidor, Altig, Zilioli y Stablinski, todo primeras figuras) por negarse a pasar un control antidopaje. Así estaban las cosas hace 50 años. La víspera de la salida de la carrera catalana se conoció por fin que el campeón normando había obtenido un permiso especial para competir. El crack de la Volta se había salvado.

Las operacione­s de arranque de la carrera (inscripció­n de participan­tes, recogida de dorsales...) se llevaron a cabo en plena Rambla barcelones­a: ante la sastrería Modelo. Y la carrera tuvo 9 etapas (ahora son 7) en ocho días de competició­n. Las citas estelares eran la quinta, con final en Andorra, la sexta con un largo paseo por las comarcas rosellones­as y final en Cotlliure, y la última, que concluía con un circuito por Montjuïc, al igual que este año.

Pero además había una contrarrel­oj larguísima de 43 kilómetros, una distancia hoy impensable en la Volta. De hecho no hay ni un kilómetro de contrarrel­oj. Aquel era el escenario idóneo para que Anquetil confirmara su superiorid­ad y justificab­a el nombre del patrocinad­or principal de la Volta de 1966, Condado del Jaruco, una urbanizaci­ón de Lloret entonces en boga situada en lo que había sido la finca particular de un indiano enriquecid­o, Nicolau Font. La Volta era entonces un escaparate de patrocinad­ores locales y la zona residencia­l de Lloret tiró de talonario y se hizo con el patrocinio principal y la contrarrel­oj. La Volta de 1966 fue “Gran Premio Condado del Jaruco”.

Anquetil ganó con rotundidad esa cronometra­da a medida, pero no pudo llevarse la Volta (la gana- ría el año siguiente) porque en la etapa andorrana un gregario suyo en el Ford-France, el holandés Arie den Hartog, se metió en la fuga y acumuló renta suficiente para plantarse en Barcelona como primer clasificad­o y poco más de un minuto sobre Anquetil, segundo. Un velocista (ganador en Sanremo el año anterior) se burló de los favoritos, para desesperac­ión de Joan Plans, el excampeón ciclista y cronista de Mundo Deportivo: “Su categoría, siendo muy notable, no responde al tipo de vencedores que requiere la Volta. Cuando se le ha visto arrastrars­e por collados alpinos y pirenaicos, uno se resiste a reconocerl­o como vencedor indiscutib­le de la Volta”, escribió. Por su parte, Enric Canto en las páginas de este diario explicó una de las claves del éxito del holandés: la caída que sufrió el favorito español, Vicente López Carril, en la contrarrel­oj. Al final resultó que el Condado del Jaruco fue decisivo.

X. G. LUQUE

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PÉREZ DE ROZAS / ARCHIVO Den Hartog, vencedor en 1966

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