Y la comisión siguió trabajando
Sobre las 8.20 h de la mañana, salí de casa en dirección al Parlamento Europeo, con el fin de asistir a la comparecencia de la presidenta del supervisor del Banco Central Europeo, Danièle Nouy, ante la comisión de Economía. Mientras me dirigía hacia allí, recibí una alerta que me informaba del atentado en el aeropuerto. La sensación resultó ser muy extraña al entrar en la sala de la comisión. Había 450 butacas prácticamente vacías. Apenas diez diputados habían llegado a esas horas a la cita, la mayoría de ellos se desplazan en metro hasta allí. También había unas 60 personas entre asistentes, periodistas y personal de la Cámara.
Con la sala prácticamente vacía –de la que colgué una foto en mi cuenta de Twitter– todo tenía un aire desangelado. La comparecencia parlamentaria, efectivamente, se inició como estaba previsto, pero en cuanto se supo que había habido otro atentado, en este caso en la cercana estación de metro de Maalbeek, el presidente de la comisión, el italiano Roberto Gualtieri, decidió suspenderla. Minutos más tarde, recibíamos una comunicación de la dirección de seguridad de la Cámara en la que se nos informaba de que debíamos quedarnos dentro del edificio, que era lo más seguro, y que debíamos continuar con la actividad parlamentaria.
La comisión de Economía se reanudó y concluyó sobre las 11 horas, más o menos como estaba progra- mado, aunque algunos diputados realizaron sus intervenciones claramente afectados por todo lo que había ocurrido. Además de cumplir la instrucción de no abandonar el edificio, continuar con los trabajos parlamentarios respondía a una voluntad de normalidad, a pesar de que el doble atentado ha tenido un impacto demoledor entre todos nosotros.
Mientras escribo estas líneas, no sé todavía cómo volveré a Catalunya. Quizá lo haga con un coche de alquiler, aunque el cierre de la frontera entre Bélgica y Francia me hace pensar que tampoco podrá ser así. Varios diputados que conozco tenían pensado pasar las vacaciones en Barcelona. Eso ya no va a ser posible. Han empezado a anular los billetes.