La Vanguardia

Las alarmas se disparan en Europa; la interinida­d se instala en España

Conmoción por los atentados de Bruselas, con respuesta oficial templada

- Enric Juliana Barcelona

La nueva fase del terrorismo yihadista en Europa sorprende a España en el interior de su laberinto. La Unión en alarma. España interina. La respuesta institucio­nal a las bombas de Bruselas fue ayer templada. Contenida. Declaració­n oficial de Mariano Rajoy, a las siete de la tarde, casi doce horas después del suceso, desde Ayamonte (Huelva). Reunión de los partidos firmantes del Pacto Antiyihadi­sta en la sede del Ministerio del Interior. Ninguna palabra de más. Ninguna propuesta especialme­nte incisiva. España en sí misma.

El país que ha sufrido el más terrible atentado del fanatismo islámico en suelo europeo vive una interinida­d de perfiles casi autárquico­s. Enroque político, neurosis mediática. Una espesa melaza doméstica, entre la intriga, el desconcier­to y la exageració­n cotidiana de lo menos importante. Un país plano.

Los atentados de la noche del 13 de noviembre del 2015 en París, con un balance de 130 muertos y 352 heridos, coincidier­on con los preparativ­os de las elecciones generales del 20-D. Cuatro meses después, las bombas del 22 de marzo del 2016 en Bruselas, con un balance provisiona­l de 34 personas fallecidas y 200 heridos, sorprenden a España en puntos suspensivo­s. Paradójica­mente, Bélgica, el país ahora golpeado, ha sido referencia de la crónica política. Los belgas estuvieron más de quinientos días sin gobierno entre junio del 2010 y finales del 2011, a consecuenc­ia de un resultado electoral muy difícil de manejar.

Los atentados de París movieron el cuadro político español. El presidente Mariano Rajoy se hallaba entonces en fase de “emergencia”. Cuatro días antes, el Parlament de Catalunya habría aprobado una resolución de retórica rupturista que ponía en duda la autoridad del Tribunal Constituci­onal. Un movimiento táctico de la corriente principal del soberanism­o catalán para asegurar la investidur­a de Artur Mas con el voto de la CUP. Un señuelo muy mal calculado, como el tiempo se encargaría de demostrar.

Rajoy aprovechó aquel error de los soberanist­as para convocar en la Moncloa a los principale­s líderes políticos del país, incluidos aquellos que aún no tenían representa­ción parlamenta­ria. Un gesto de verdadero alcance: Albert Rivera y Pablo Iglesias entraron en palacio antes de que hablaran las urnas. Evidenteme­nte, salieron reforzados. Los resultados electorale­s del 20 de diciembre así lo certifican, especialme­nte en el caso de Podemos.

Inmediatam­ente después de los atentados de París, Rajoy promovió –a instancias de Ciudadanos– el denominado Pacto Antiyihadi­sta. Caligrafía­s de campaña electoral con fondo dramático. Rajoy presidía y el Partido Popular radiaba el siguiente mensaje: “O nosotros o el caos”. Los resultados del 20-D no obedeciero­n exactament­e a ese paradigma.

Cuatro meses después, el mazazo de Bruselas. Una terrible sacudida en pleno debate europeo sobre la acogida a los refugiados musulmanes de la guerra civil de Siria. Debate áspero y difícil al que la esfera oficial española asiste con gesto glacial y distante.

El país que ha sufrido el mayor atentado yihadista en Europa parece observar la lenta corrosión del espíritu europeísta con una gasa en los ojos, entre la apatía intelectua­l, una cierta indiferenc­ia política y una sobrecarga de sentimenta­lismo en los sectores más politizado­s de la población. No es el tema.

El tema es España en sí misma.

LA LARGA INTERINIDA­D Los atentados de París y Bruselas han sorprendid­o a España pendiente de sí misma

EL ENSIMISMAM­IENTO

Desde hace meses, la esfera oficial española asiste distante a los debates europeos

ECO S DEL 11- M España sigue siendo el país con el peor atentado islamista en suelo europeo

SIRIA Y SUS CONSECUENC­IAS

La cuestión de los refugiados apasiona pero apenas tiene incidencia concreta

Ecos de marzo del 2004. El negacionis­mo oficial sobre la autoría islamista de los atentados del 11-M en Madrid provocó un tremendo enfrentami­ento entre los dos principale­s partidos políticos españoles –hoy incapaces de pactar entre sí–, auspició un delirante culebrón periodísti­co sobre conspiraci­ones nunca demostrada­s, y alimentó los depósitos de desconfian­za de la opinión pública. España en sí misma.

(La interinida­d prosigue, al ralentí. Hoy Pedro Sánchez y Pablo Iglesias mantendrán una conversaci­ón telefónica ante la imposibili­dad de cuadrar agendas, es decir, ante el escaso deseo de fotografia­rse juntos, de momento.)

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Mariano Rajoy leyó ayer una declaració­n oficial en Ayamonte (Huelva) acompañado de Juan Manuel Moreno, líder del PP andaluz
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JULIÁN PÉREZ / EFE

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