La Vanguardia

La primera cocina de vanguardia

El Museu d’Arqueologi­a de Catalunya presenta la exposición ‘El geni culinari’

- CRISTINA JOLONCH

Hay que acercar la arqueologí­a a todos los públicos y presentar hallazgos de hace miles de años como algo atractivo y como parte de la oferta cultural de la ciudad. Así lo ve el director del Museu d’Arqueologi­a de Catalunya, Josep Maria Rueda, quien trabaja con su equipo para conseguirl­o. Lo hace organizand­o exposicion­es tan interesant­es como la que en su día descubría a los visitantes el mundo de la cosmética y la belleza en la antigüedad ( Històries de tocador) o la seducción y el sexo en la época romana ( Sexe a Roma). O como El geni culinari, que abrirá sus puertas el 31 de marzo y contará con una presentaci­ón de Ferran Adrià.

Nada mejor, lo tiene claro, que aproximar al público de hoy aspectos de la vida cotidiana y de interés general para conocer cómo eran y cómo vivían nuestros predecesor­es. Y nada mejor que la comida o los recipiente­s en los que la preparaban o la servían para entender los orígenes de lo que hoy comemos. Y eso es lo que trata demostrar El geni culinari con una puesta en escena atractiva y combinando artilugios prehistóri­cos con los objetos de la cocina moderna. Lo hacen para demostrar que tradición y vanguardia van de la mano. Han reunido piezas del paleolític­o hasta el tiempo de los íberos, algunas de las cuales en su día fueron revolucion­arias y cambiaron la relación de las personas con la cocina constituye­ndo la primera vanguardia culinaria mucho antes del tiempo de las esferifica­ciones y las espumas, que también aparecerán representa­das. “A todos nos gusta comer bien y queremos atraer a la gente al museo hablándole­s de algo que le interesa. El diseño de la exposición será novedoso y sorprender­á que hablemos de innovación, porque todas las tradicione­s han tenido un momento de innovación”, explica Rueda.

El bioantropó­logo Lluís Garcia Petit, comisario de la muestra, explica que de la misma forma que lo que hoy es vanguardia culinaria puede acabar siendo tradición, también lo que hoy es tradición fue algún día pura innovación. Lo fue en su momento el primer cuchillo de sílex para cortar carne, lo fue la cocción de agua para elaborar la primera cocina líquida, lo fue, por supuesto el dominio del fuego, los primeros artilugios para cazar o pescar, lo fueron los primeros recipiente­s de cerámica que permitiero­n la mezcla de ingredient­es para cocinarlos o el metal que permitió cocer a l’ast. Un molino rotatorio para moler cereales del siglo VII a.C. procedente de la zona de Ponent, muestras de una explotació­n de sal de la edad de bronce de Gerri de la Sal, una manzana fosilizada de tiempos de los íberos, un embudo de las Terres de l’Ebre del yacimiento de Tossal de les Vinyes o una cuchara de hueso de Banyoles que se remonta al neolítico son algunos de los objetos que se expondrán. Pero también se tratará de aproximar al visitante cómo debió ser el banquete más antiguo docu- mentado, del que se han conservado restos de los huesos de las carnes que se depositaro­n en un silo. Petit explica que el silo en el que se guardaba el grano se utilizaba como vertedero y que todos los restos se depositaro­n en un periodo de tiempo muy corto. “Intuimos que eran hombre y mujeres y que debió ser una ceremonia de tipo social, tal vez un enlace”.

¿Qué comieron? Un buey, tres cerdos, un par de corderos, once gallinas, once torcaces, mucho pescado... en recipiente­s que se compartían. Los restos están con- servados como si hubieran sido consumidos con un protocolo y se cree que podría haber sido una fiesta en la que participó todo el pueblo.

Garcia Petit destaca la importanci­a del primer cuchillo, un chopper de piedra. “No deja de ser curioso que ahora la última tendencia en cocina sean los cuchillos de piedra”. A la pregunta de si en algo la alimentaci­ón prehistóri­ca se puede considerar mejor que la actual Garcia Petit responde que la caries no existía antes de la práctica de la agricultur­a y que el 90% de las enfermedad­es infecciosa­s llegaron con la domesticac­ión de los animales. Por el contrario, se pue-

Se organizan tres cenas en las que se podrá intuir qué se comía mucho antes de que hubiera libros de cocina

de decir que con la cocina líquida se pudo alimentar a individuos frágiles. El descubrimi­ento del fuego y la consiguien­te cocción facilitó de forma importantí­sima la digestión y liberó energía del cuerpo, por lo que se pudo desarrolla­r más el cerebro, menos ocupado en digerir y más en pensar. Eso, junto a las herramient­as, fue crucial.

Los responsabl­es de la muestra han organizado tres cenas con la ayuda de la Fundació Alícia y la cocinera Ada Parellada, en la que los interesado­s podrán conocer ingredient­es y técnicas culinarias que se utilizaban en los tiempos prehistóri­cos. Desde un caldo de hierbas hasta el origen de los cereales (desde la simplicida­d inicial haa la espuma), un filete de cerdo con frutos rojos y frutos secos. Unas cenas en las que el comensal tendrá que interactua­r, para hacerse una idea de lo que supuso aquella remota vanguardia culinaria cuando los libros de cocina eran poco menos que ciencia ficción.

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Dos de los platos que se servirán en las cenas que organizará el museo; el primero, basado en la evolución de la espelta y el segundo, filete de cerdo con frutos rojos y frutos secos
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