El turismo no mata
Tourism kill city”. Esta frase se lee en pegatinas adheridas a señales de tráfico y postes a las puertas de la Sagrada Família, donde los turistas hacen cola para visitar el templo. En el distrito de Gràcia, otras con “Tourist go home” o similares de rechazo a los visitantes. En otros barrios de Barcelona las hay con parecido contenido.
Sorprende la irresponsabilidad de quienes insertan tales pegatinas. Sin ningún género de duda, familiares o amigos suyos tienen trabajo, directa o indirectamente, gracias al turismo. ¿Quién no tiene alguien que trabaja en restaurantes, bares, hoteles, taxis, tiendas del centro de la ciudad, instalaciones feriales, empresas de eventos, guías turísticos, etcétera, que sin el turismo morirían? Si algo es hoy Barcelona, es turismo. Lamentablemente ya no es una ciudad industrial.
Dije que sorprende tal actitud, pero quizás no debería ser así cuando la alcaldesa y su equipo van en esta línea. Cosa distinta es intentar distribuir el turismo por la ciudad y evitar que la residencia de tantos miles de visitantes se concentre en pocos barrios. En esto tienen razón. Algo hemos hecho mal. Dejando libertad a la empresa privada para que decida donde instalarse, es bueno impulsar la descentralización. Llama la atención que en el entorno de la Sagrera, en la Meridiana, no haya unos cuantos hoteles. Es
Si algo es hoy Barcelona es turismo; lamentablemente ya no es una ciudad industrial
punto de confluencia de cuatro líneas de metro, más Renfe y los autobuses. En unos minutos el viajero se desplaza desde allí a cualquier punto de la ciudad. Y no hay ni un hotel. Algo similar en el Clot, con dos líneas de metro y el ferrocarril directo al aeropuerto. Lo mismo podría decirse de Verdaguer, la plaza de Sants y otros puntos de enlace de líneas de metro. Potenciarlos ayudaría a dar vida a unos barrios y descongestionar otros.
Hace unos días el catedrático Ramon Adell y el exalcalde Jordi Hereu mantuvieron un interesante debate en los Encuentros Hotusa sobre Turismo como elemento transformador de las ciudades. Quienes proclaman que el turismo mata la ciudad deberían decírselo a un sin número de poblaciones grandes y pequeñas para cuyo desarrollo el turismo sería un bálsamo que no llega. Los correrían a palos.
Lo que mata no es el turismo, sino otras cosas con las que algunas autoridades y parte de la sociedad tienen manga ancha. Ayer, 22 de marzo, en el Palau Macaya, de la Obra Social La Caixa, se celebró una jornada organizada por la Federació de Metges Catòlics sobre las mal llamadas drogas ligeras. El título de las sesiones era elocuente: Marihuana-Cannabis: caballo de Troya de adicciones destructivas. Prevención en la infancia y la adolescencia. Es patente y diaria la presión social de determinados sectores para legalizarlas y difundirlas. Los expertos serios recuerdan que, además del daño directo, son la puerta de entrada al consumo de las drogas más duras.