Los lunes, dilema
Quién hubiese podido asegurarnos hace tan solo un par de años a todos los seriéfilos sin excepción que, tarde o temprano, acabaría llegando el día (los lunes, para ser más precisos) en el que lo realmente complicado sería decidir a qué serie producida por estos lares prestarle más atención. En Catalunya al menos, dicho dilema tiene difícil solución, coincidiendo como coinciden en día y hora de emisión esas dos auténticas joyas de la ficción televisiva contemporánea que son por un lado la nada complaciente Nit i dia de TV3, y por otro la cada vez más adictiva e impecable El Ministerio del Tiempo de La 1 de TVE.
Yo desde luego procuro no perderme ninguna de las dos, salomónica decisión que no todo el mundo puede permitirse por mucho que sus respectivos capítulos acaben antes o después colgados en la red tras sus prácticamente simultáneos estrenos en abierto. Caducos sistemas de medición de audiencias aparte, lo realmente preocupante es que haya gente que termine perdiéndose la una por elegir ver la otra y viceversa. O peor aún: que haya quien intente fundamenta (liza) r su más que respetable elección cargando a lo ciberhooligan contra la que deja inevitablemente en el tintero con argumentos tan peregrinos, gratuitos e innecesarios como puedan serlo su pretendida incompatibilidad genérica, su presunta orientación ideológica, su muy diferenciada factura, su peculiar tono o su indisimulada denominación de origen.
Porque ambas son extraordinarias, cada cual en su género, a su inimitable manera y en su intransferible forma. Y porque ambas representan, cada cual en su particular ecosistema mediático, un auténtico paso de gigante que tiene mucho de revolucionario punto de no retorno en lo que a serialidad televisiva se refiere. De ahí que suscriba palabra por palabra lo que dijo hace nada en una entrevista mi querido Lluís Arcarazo, creador junto a Jordi Galceran de la inmisericorde Nit i dia: “Ojalá llegue el día en que se pueda decir que una película es tan buena que parece una serie”.
En el caso de la ficción catalana, es el siempre inquieto e imprevisible Manuel Huerga ( Salvador, Antártida, Gaudí) el encargado de velar por esa calidad casi cinematográfica que capítulo a capítulo, y a pesar de las lógicas limitaciones presupuestarias y de producción, está sorprendiendo a propios y extraños. En el de la prodigiosa serie de los hermanos Olivares, su ya más que contrastada factura fílmica se ha reforzado aún más esta misma semana al dejar que fuese un director de cine tan eficaz y talentoso como Paco Plaza ( REC, Romasanta) el que tomase el timón como realizador del que hasta la fecha ha sido su último capítulo (el dedicado nada más y nada menos que al legendario Harry Houdini, una auténtica genialidad de principio a fin).
Ante tan esperanzador panorama, a uno ya sólo le queda cruzar los dedos para que la cosa, lejos de seguir resultando excepcional, se convierta en imparable tendencia. Porque esta sí que es la serialidad televisiva que nos merecemos. Más que nada porque, tanto en uno como en otro caso, es la que pagamos a público escote entre todos.
‘Nit i dia’ y ‘El Ministerio del Tiempo’ representan un auténtico paso de gigante en lo que a serialidad televisiva se refiere