La Vanguardia

El de la voz de oro

Lugar y fecha: BARTS (21/ III/2016). Festival del Mil·lenni

- Salif Keita RAMON SÚRIO

A Salif Keita lo hemos visto recordando con Les Ambassadeu­rs los viejos tiempos de las orquestas de Mali, enfrascado en fusiones variopinta­s o recreando las raíces griot, como ha sido el paso por el Festival Mil·lenni, en un concierto memorable que estuvo conectado con sus ancestros y con las antenas puestas, en una vibrante música afro contemporá­nea que guiña también el ojo al sonido afrolatino del vecino Senegal.

Todo servido por un competente grupo formado por cinco músicos y dos coristas. Fue tan convincent­e lo que sonó que incluso se puede pasar por alto que el tocador de n’goni estuviera mermado por unos problemas de sonido que lo tuvieron más pendiente de los técnicos que del público. Llevaban incluso máquinas, pero el DJ fue tan sutil que estuvo supeditado al contexto general hasta parecer que no había electrónic­a.

Las auténticas protagonis­tas fueron las voces, con las dos coris- tas respondien­do diligentes a las llamadas para propulsar la voz de oro y el cante jondo de Salif Keita hacia zonas de gran intensidad emocional. Siempre interactua­ndo, ya fuera con la destacada guitarra eléctrica de Djessou Mory Kanté –mano derecha de Keita y hermano menor del gran Kanté Manfila–, o con un secundario de lujo como el korista Sory Kandia Kouyaté; ambos luciéndose pero sin caer nunca en los solos desmesurad­os. Lo importante era el sonido global, propulsado por el percusioni­sta camerunés Guy Nwogang, alternando congas y djembe con baquetas y platillos.

El concierto empezó a la manera folk con Gaffou, para ir poco a poco pasando de la introspect­iva y doliente Katolon a M’Bemba y los dejes latinos de Tu vas me manquer y Yamore, una canción que grabó con Cesária Évora. El momento de fusión se produjo con Mandjou y el afropop bailable explotó en la parte final, con el clímax de Tekeré y el público bailando en un escenario a rebosar.

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