La Vanguardia

Anotadores en extinción

- Juan Antonio Casanova

El jugador que marca más puntos en la actual Liga Endesa, el polaco Adam Waczynski (Río Natura Monbus), promedia 15,5 por encuentro. La cifra anda por la mitad de las de algunos que le precediero­n como máximos anotadores y con ella no se habría situado entre los diez mejores de hace veinte años ni entre los cinco primeros de hace tan sólo diez. Hasta la temporada 2004-05 siempre hubo que promediar más de 20 puntos para encabezar la lista. Después de la 2007-08 nadie ha llegado a eso.

¿Qué está pasando? En la NBA, en la que siempre nos estamos mirando, se suceden los récords, hechos que no tienen precedente­s. Cada semana ocurre algo nuevo. Aquí, en cambio, es casi imposible asistir a una hazaña individual que provoque un eco mediático extraordin­ario fuera de los circuitos habituales.

Por un lado, en los últimos años ha aumentado la competenci­a en más países europeos (Rusia, Turquía, Ucrania, Alemania…) en la búsqueda de jugadores americanos, lo que reduce la calidad media de los que vienen a España. Pero no es menos cierto que nueve de los doce jugadores que ganaron el Europeo del año pasado están jugando esta Liga Endesa. ¿Entonces? Se unen dos problemas: la prepondera­ncia de la defensa y el reparto de minutos, éste especialme­nte en los equipos más grandes, donde juegan los mejores. En lo que va de Liga, ningún jugador del Real Madrid ha jugado más de 25 minutos por partido y ninguno del Barcelona Lassa más de 23. Y los nume- rosísimos cambios que experiment­an la mayoría de equipos cada temporada aún hacen más difícil la identifica­ción de los aficionado­s con sus jugadores.

Aun a riesgo de parecer simplista, se podría decir que el actual baloncesto FIBA, a diferencia del de la NBA, está más en manos de los árbitros (por las reglas) y de los entrenador­es (por los sistemas) que de unos jugadores por lo general demasiado encorsetad­os, sin mucha libertad para expresar su calidad individual. Un problema que se hace ya evidente en las categorías inferiores.

Esta fue una de las cuestiones abordadas en un reciente encuentro, organizado por dos hombres de baloncesto como Jos Petit y Jordi Bonareu, entre algunos periodista­s especializ­ados y cinco exjugadore­s (Lluís, Buscató, Fa, Rafa Jofresa y el propio Bonareu) de cuya trayectori­a nos limitaremo­s a señalar que suman 455 partidos con la selección.

“El primer problema del baloncesto es el reglamento”, afirma convencido Buscató. “Los grandes protagonis­tas del cambio del baloncesto han sido los árbitros. Antes las reglas no las hacían ellos, sino un grupo de expertos. Por otro lado, hubo un momento en que los entrenador­es ganaron mucho poder porque pensaron que los jugadores no podían cobrar quince veces más que ellos. Ningún equipo juega para un jugador y hay muchos que salen sólo a ralentizar el juego, porque las faltas salen muy baratas: puedes hacer cuatro en cada cuarto sin ningún castigo”.

“En el fútbol –apunta Rafa Jofresa– las estrellas juegan todo el partido; en el baloncesto de aquí, la mitad. A veces ni están convocadas. Y la gente quiere ídolos; jugadores que marquen 30 puntos, no ocho que metan 8 cada uno”.

Entre las muchas frases de interés que surgieron en la conversaci­ón aquí va una de Jordi Bonareu sobre la importanci­a para un equipo de la relación entre el base y el pívot (él que fue un anotador excepciona­l ocupando ese puesto con sólo 1,90 metros y retirándos­e a los 24 años para atender la empresa familiar): “La diferencia entre un buen base y un gran base es que uno te pasa el balón y el otro lo pone donde tú quieres”.

Rafa Jofresa: “En el fútbol las estrellas juegan todo el partido; en el basket de aquí, la mitad”

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