Los inversores pasan factura al sector turístico tras los atentados
Las aerolíneas y las hoteleras son las más castigadas en un mercado resistente
Una película ya vista. Como acostumbra a marcar el guion en ocasión de atentados terroristas, los inversores huyeron ayer de las empresas del sector turístico. Las aerolíneas registraron pérdidas, ante la convicción de que se viajará menos por miedo a otros ataques. Y el sector hotelero también acabó víctima del vendaval.
Ryanair, Accor, TUI e IAG cayeron entre el 2,2% y el 4,7%. El índice Stoxx Europe 600 Travel & Leisure, que agrupa a las mayores firmas de este sector, acabó la jornada con una corrección de casi un 2%. Mal también el lujo, que se nutre del turismo. Ferragamo, LVMH y L’Oréal se dejaron entre el 1,5% y el 3,6% a medida que las imágenes de los ataques se difundían en las pantallas de televisión. La debilidad se contagió rápidamente al otro lado del Atlántico. Al abrir la bolsa, Delta Airlines, American Airlines o United Continental bajaron entre el 1% y el 2%.
En el otro frente, los más beneficiados fueron la divisa helvética, que se apreció levemente (un 0,06% respecto al euro ) y el oro, que se revalorizó un 0,75%. Ambas opciones suelen ofrecer a ojos de los inversores una mayor protección ante posibles fluctuaciones y volatilidad.
Este cuadro que se acaba de describir era, dentro de un orden, previsible. Pero los expertos subrayan como, en su conjunto, los indicadores reflejaron una cierta resistencia. Las bolsas europeas cerraron la sesión con pérdidas limitadas, ninguna cedió más del 0,5%. Wall Street con el pasar de los minutos de la apertura, se instaló en terreno positivo.
Se produjo lo que los analistas califican, con cierto cinismo, “factor detonante”: el ataque terrorista llevó los títulos más sensibles a la baja, especialmente cuando las valoraciones son altas y la incertidumbre es elevada.
Pero en términos absolutos el retroceso fue contenido. “Mientras los atentados sean aislados y no se repitan de forma sistemática en un tiempo breve, el impacto es menor de lo que se esperaría”, explica Thomas Baumert, de la cátedra de Economía del Terrorismo de la Universidad Complutense de Madrid.
Junto a un grupo de académicos ha estudiado las reacciones de los mercados a raíz de los ataques del 11-S (EE.UU.), 11-M (Madrid) y 7-J (Londres). Pues bien, han constatado “impactos de magnitud y duración decreciente, lo que parece indicar un cierto aprendi- zaje por parte de los mercados, que responden de forma cada vez más racional superando las reacciones desmedidas y sobreestimaciones que habían caracterizado el primero de estos atentados”. Entre los factores que motivan esta resistencia, destaca la actitud vigilante de los bancos centrales, los controles informáticos que evitan los órdenes de venta en cascada y
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la transparencia informativa del mercado.
Asimismo, Baumert está elaborando estudios sobre el impacto en la economía real de atentados terroristas a gran escala. “Hemos comprobado que para la economía de un país, el mayor coste no se produce tanto en la disminución del consumo, como en el aumento de gastos para la seguridad nacional”, indica.
¿Y el turismo? “La experiencia nos dice que el shock se recupera, en términos de ocupación, entre tres y seis meses”, asegura Bruno Hallé, socio director de la consultora turística Magma. “Los impactos son muy concretos y muy al principio. Puede ocurrir que algunos se replanteen ciertos destinos. Aquellos que se desplazan por ocio o impulso, igual se moverán menos. Pero el resto y en particular los que viajan por trabajo, no renunciarán a desplazarse”.