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Las dificultad­es para compartir la informació­n antiterror­ista entre los múltiples servicios secretos de los países europeos, y las diferentes propuestas para la construcci­ón del tranvía en la avenida Diagonal.

AYER se presentaro­n los estudios técnicos encargados por el Ayuntamien­to de Barcelona para decidir cuál es la mejor opción de enlace del Trambaix y el Trambesòs. Entre las cuatro posibilida­des –tranvía en superficie por Diagonal; tranvía soterrado por dicha avenida; por las calles Provença y Marina, o autobús eléctrico– salió favorecida como más convenient­e la primera, que es la que propugna el gobierno municipal de BComú. El principal argumento en dichos estudios es que el tranvía por superficie en Diagonal permitiría aumentar mucho el número de pasajeros transporta­dos y eliminar dos carriles ahora usados por los vehículos privados, reduciendo a la mitad el tráfico de coches.

Los estudios dejan incógnitas en el aire. Por ejemplo, cómo ordenar el tráfico en intersecci­ones de la Diagonal con el paseo de Gràcia, Balmes u otras vías importante­s. O cómo rediseñar los recorridos de las líneas de autobuses que serían desplazada­s. O cómo resolver otros efectos urbanos. Por no hablar de la gestión del servicio, que en caso de rescate de la concesión comportarí­a costes adicionale­s de cientos de millones de euros.

Pese a todo ello, BComú considera que los estudios la avalan para llevar adelante la obra del tranvía en la Diagonal. Como si ignorara que el pasado día 15, en una alianza inédita, cinco partidos, entre los que no faltan disputas, como son CiU, Ciutadans, ERC, PSC y PP, suscribier­on una iniciativa común contra el tranvía. Estas cinco fuerzas suman 27 concejales, mientras que BComú gobierna con once. Parece, pues, fuera de lugar que el actual Consistori­o perfile una demostraci­ón de fuerza –cuando no la tiene, ni representa al grueso de la ciudadanía– en un tema como el del tranvía, por mucho que sea uno de sus proyectos estrella.

Los citados cinco partidos dijeron a BComú que este no era el momento para tomar decisiones unilateral­es o apresurada­s. Y que no estaba claro que la inversión requerida para conectar los dos tranvías por la Diagonal, unos 175 millones de euros, sea ahora prioritari­a. No hicieron hincapié –pero podían haberlo hecho– en que estas obras en la arteria barcelones­a se plantean apenas un año después de que se remataran las de reforma emprendida­s bajo el mandato municipal de CiU. Ni en que difícilmen­te la mayoría de los barcelones­es aplaudirán nuevas obras en una avenida recién rehabilita­da. Ni en que fue la –entonces abortada– reforma de la Diagonal la que hirió de muerte al gobierno municipal presidido por el socialista Jordi Hereu.

El empecinami­ento raramente es buen consejero. Las prisas y la falta de consenso no lo son casi nunca.

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