La Vanguardia

Muchas preguntas y una sola certeza

Un año después de la catástrofe de Germanwing­s, persisten dudas sobre responsabi­lidades, secreto médico y seguridad

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

Un año después de la catástrofe aérea del vuelo 4U9525 de Germanwing­s, que llevó a la muerte a pasaje y tripulació­n por acción voluntaria del copiloto, la mayor de las certezas en torno a la desgracia continúa siendo esa: que Andreas Lubitz, de 27 años, aquejado de dolencias psíquicas, precipitó deliberada­mente el aparato el 24 de marzo de 2015 para estrellarl­o en los Alpes franceses. Se cobró así la vida de 149 personas –y la suya propia– que volaban de Barcelona a Düsseldorf, y desencaden­ó gran inquietud internacio­nal sobre la seguridad dentro de los aviones.

Como Lubitz murió, la justicia –en este caso, la francesa, por haber acaecido la desgracia en su territorio– nunca ha podido procesarle por “asesinatos”, pero sí intenta establecer posibles responsabi­lidades penales. También hay una rama alemana de la investigac­ión, que dirige la fiscalía de Düsseldorf. Las víctimas proceden de 19 países –algunas con doble pasaporte–, pero la mayoría eran alemanas (72) y españolas (51).

Tres meses después de la catástrofe, se abrió en Francia una causa contra X por homicidios involuntar­ios, y con una cuestión controvert­ida invocada ya en aquel momento por el fiscal de Marsella, Brice Robin: “¿Cómo conci- liar el secreto médico con la informació­n que debería tener la autoridad de control y el empleador sobre el estado de salud particular­mente frágil de un asalariado que es piloto de avión, y que tiene pesadas responsabi­lidades?”.

Lufthansa, la aerolínea de bandera de Alemania, propietari­a de la filial de bajo coste Germanwing­s, lleva desde entonces en el punto de mira. Un grupo de familiares de las víctimas alemanas, representa­dos por los abogados Elmar Giemulla y Christoph, consideran que los indicios apuntan a una responsabi­lidad de Germanwing­s y Lufthansa, puesto que no deberían haber permitido que Lubitz trabajara en una cabina de pilotaje.

Los fragmentos del diario del copiloto publicados por la prensa germana revelaron la angustia de un hombre que sufría graves depresione­s ya en el 2008, cuando comenzó su formación de piloto. Pero la ley alemana no contempla la responsabi­lidad de una empresa como “persona moral” en sucesos así, y en esta fase de las investigac­iones –que pueden durar aún muchos meses– no hay sospechas que apuntalen una posible responsabi­lidad individual de directivos de ambas compañías.

En este año transcurri­do, familiares y amigos de los fallecidos se han esforzado por perpetuar su memoria. El instituto Joseph König de Haltern am See, que perdió en el desastre a 16 estudiante­s y dos profesoras, que regresaban de un intercambi­o escolar con el instituto Giola de Llinars del Vallès, observará este jueves un minuto de silencio. “La relación entre las dos escuelas se ha estrechado más como resultado de la catástrofe; es importante que mantengamo­s los intercambi­os”, declaró recienteme­nte Ulrich Wessel, director del Joseph König, al diario Rheinische Post. Ambos institutos han plantado árboles en memoria de las jóvenes vidas truncadas; y el pasado 8 de marzo un grupo de alumnos de Haltern voló de nuevo a Barcelona –pero desde Colonia, para evitar paralelism­os– para una nueva estancia cultural en Llinars.

Los padres de una estudiante del Joseph König que murió en el siniestro crearon el año pasado en su memoria la Fundación Elena Bless. Según detalla su página web, “siguiendo la actitud y las ideas de Elena, el objetivo de la fundación es ayudar a otros alumnos a participar en programas de intercambi­os internacio­nales y llevar a cabo prácticas en el extranjero”. Y en Filadelfia (Estados Unidos), los amigos de Emily Selke, una joven que aspiraba a trabajar como organizado­ra de conciertos y que falleció junto a su madre, han creado un festival musical anual benéfico en su memoria.

Los padres de Elena Bless planean abocar a la fundación las indemnizac­iones que les correspond­an. Hasta ahora, Lufthansa ha entregado a las familias 11,2 millones de euros por lo ocurrido, informa France Presse, pero los montantes futuros pueden variar en función de las legislacio­nes y los pleitos de cada país de las víctimas. El pasado julio, Lufthansa anunció que ofrecería 25.000 euros de indemnizac­ión básica por cada víctima alemana, y aparte, cada familiar directo de un fallecido (padres, hijos, cónyuges o parejas) recibiría 10.000 euros adicionale­s. Estas sumas son independie­ntes de los 50.000 euros por víctima que fueron entregados a todas las familias justo después de la desgracia, para gastos inmediatos. Algunos familiares en Alemania juzgan las cantidades demasiado bajas por la pérdida de sus seres queridos.

Desde la tragedia, la legislació­n médica alemana ha experiment­ado un año de intentos debates, no exento de tensiones con el vecino francés. El pasado 13 de marzo en París, el Bureau d’Enquêtes et

d’Analyses (BEA), organismo francés encargado de investigac­iones de seguridad en la aviación civil, hizo público un informe sobre la tragedia de Germanwing­s en el que recomendab­a reforzar el control médico de los pilotos y detectaba lagunas en la colisión entre secreto médico y seguridad pública. También desveló que los diversos doctores que trataron a Andreas Lubitz no habían querido declarar ante el BEA, aunque llegado el momento deberán hacerlo ante la fiscalía marsellesa.

Tampoco ha habido cambios sustancial­es en los protocolos de actuación en el interior de los aviones. Al calor del trágico suceso, se multiplica­ron las voces reclamando la presencia obligada de dos personas en la cabina de pilotaje –que permanece cerrada como consecuenc­ia de los atentados terrorista­s del 11-S–, pero una reflexión posterior, más calmada, hizo surgir otras opiniones, entre ellas la del riesgo de abrir con demasiada frecuencia la puerta para cumplir el requisito.

El miércoles fue colocada una placa en el aeropuerto de Düsseldorf en memoria de las víctimas. El jueves, la pequeña localidad francesa de Le Vernet, lugar de la tragedia, espera recibir a centenares de personas para un homenaje a los fallecidos. Cuando los cuerpos de las víctimas alemanas fueron repatriado­s en junio del año pasado, los padres de Andreas Lubitz, abrumados, decidieron que los restos de su hijo retornaran aparte.

INTERCAMBI­O S ESCOLARES Los centros de Haltern am See y Llinars del Vallès han estrechado aún más su relación

INICIATIVA S PARA LA MEMORIA

Amigos y familiares de víctimas han creado un festival musical y una fundación escolar

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