La Vanguardia

Llamada en la tercera fase

- Enric Juliana

La interinida­d española ha tenido hasta ahora dos fases. Dos tiempos en tres meses. Después del próximo Domingo de Pascua empezará la tercera fase. Y no todo lo que ha muerto en ese trimestre espeso va a resucitar.

La primera fase comenzó la madrugada del 21 de diciembre y acabó a finales de enero, entre la renuncia de Mariano Rajoy al encargo que le planteó el Rey (día 23) y la detención de más de veinte dirigentes del Partido Popular en Valencia (día 26 de enero). Durante esa primera fase prevaleció la idea de que una repetición electoral beneficiar­ía con toda seguridad al partido gubernamen­tal y a Podemos.

El PP se lo creyó y se puso manos a la obra. El equipo de Rajoy intentó dibujar una situación de anomalía constituci­onal que justificas­e la rápida convocator­ia de unas nuevas elecciones. Si el Rey no podía efectuar ningún encargo por falta de consenso y no se ponía en marcha el cronómetro de los 60 días, había que encontrar un atajo. La Brigada Aranzadi se puso en marcha. Ya se pensaba en un informe del Consejo de Estado interpreta­ndo que el Rey estaba facultado para disolver las Cortes ante una situación de bloqueo institucio­nal. Como es sabido, Felipe VI no quiso jugar esa carta, que creía potencialm­ente lesiva para la neutralida­d política de la monarquía constituci­onal. Y el día 3 de febrero dio el encargo al socialista Pedro Sánchez

Podemos también se sentía fuerte en la primera fase. En caso de repetición electoral, una posible confluenci­a con Izquierda Unida –o con parte de ella– podía aportarle medio millón de votos más, como mínimo. Sus primeros mensajes fueron muy contundent­es, fijando condicione­s imposibles para el PSOE.

La segunda fase despegó con el encargó a Sánchez. Se puso en evidencia que Rajoy había perdido la iniciativa y se complicó el discurso de Podemos. El acuerdo programáti­co entre el PSOE y Ciudadanos marcaría un punto de inflexión. El Gran Centro comprimía al PP y a Podemos hacia los extremos. En el debate de investidur­a, Pablo Iglesias cometió el error de la cal viva –dejó que la totalidad de su discurso fuese corroída por esa dura imagen, referida a la sombra de los GAL en la biografía de Felipe González –, y Albert Rivera se permitió el lujo de pedir a los diputados del PP que dejasen solo a Rajoy. La investidur­a fracasó (4 de marzo), pero el Gran Centro se mantuvo en pie, puesto que el PSOE temía la intemperie y Ciudadanos no podía quedar en tierra de nadie.

Rajoy se mineraliza­ba y Podemos sufría su primera crisis verdaderam­ente significat­iva, al abrirse una imprevista fisura entre Pablo Iglesias y su número dos, Íñigo Errejón. Un partido que todavía no es un partido corre el riesgo de la desagregac­ión. Tienen cinco millones de votos; no cinco millones de fieles.

Ahora viene la tercera fase. La fase agonística. Pronto sólo quedaran treinta días. Tic-tac, tictac. Rajoy seguirá en modo mineral, convencido de que puede doblegar al PSOE tras una repetición electoral, pese a las graves abolladura­s del PP. Ciudadanos no puede moverse más hacia la izquierda. Una cosa es caer simpático y otra ganar votos. Podemos necesita aire. Y a Sánchez se le va a complicar la vida, víctima de una doble presión: la del calendario y la de Susana Díaz. El grupo dirigente andaluz ha decidido disputarle la secretaría general. O avanza, o se lo comen.

Por todo ello, la conversaci­ón telefónica que ayer mantuviero­n Sánchez e Iglesias fue suave, suave, suave.

 ?? DANI DUCH ?? Íñigo Errejón conversa con el socialista Antonio Hernando (a la derecha), ayer ante el Congreso
DANI DUCH Íñigo Errejón conversa con el socialista Antonio Hernando (a la derecha), ayer ante el Congreso
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain